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—Bueno, Thalía y tú ya tienen algo en común, unos tíos imbéciles —se rió Kira—. Maldito Springer que hizo que me perdiera de todo eso.

Thalía levantó la vista de sus uñas y arrugó el ceño para ver a la japonesa. Por mi parte, ladeé la cabeza de un lado al otro dudosa. Aún no sabía si pensar bien o mal del hermano de papá.

Al día siguiente de la reunión con Sigmund Jones, Kira y yo decidimos venir a la casa de Thalía a hacer una pijamada. La tía de la castaña había decidido de un día al otro irse de viaje a México con unas amigas y, como sabemos que a Thalía no le guata tanto el quedarse sola en casa, quisimos venir a darle compañía. Por eso ahora nos encontrábamos en la habitación de la castaña, Kira en la cama adueñándose de las palomitas y Thalía sentada a mi lado en el suelo concentrada en pintar sus uñas.

— ¿Y cuándo es que tienes que ir a esa fundación? —preguntó Thalía.

Aparté mi vista de la pantalla de la laptop de Thalía que tenía iluminada en la pantalla la gloriosa película de Pulp Fiction, la cual mis amigas pusieron en pausa para escuchar todo el chisme.

Me encogí de hombros y contesté.

—Aún no sé, no nos llegó nada —contesté.

Hoy a la mañana nos llamaron a casa para que Aaron y yo le pasáramos nuestros datos y prometieron comunicarse para darnos la fecha y el lugar, pero aun no ha llegado nada.

—Es el miércoles, seguro les llegará el mail mañana —aseguró Kira de la nada.

La habitación se quedó en silencio cuando Thalía y yo nos volteamos cual exorcista a verla rápidamente. Por su parte, Kira tenía una tranquilidad innata mientras se escogía de hombros como si no fuera la gran cosa y siguió comiendo del tazón de palomitas en su regazo.

No fue difícil conectar los puntos luego de unos segundos.

— ¡Años de amistad y recién ahora me entero que eres parte de esa cosa! —exclamé.

—No te veía como las que van a esas reuniones elitistas, Kira —reconoció Thalía algo sorprendida.

La japonesa rodó los ojos y nos miró con algo de reproche.

—Desde los diecisiete solo he ido a dos reuniones —replicó pesadamente—. Y tampoco es que las haya disfrutado. ¿Qué esperaban? Los Yamagi son parte de la élite de Sacramento.

Compartí una mirada con Thalía y terminamos por darle la razón. Kira se había alejado hace años de toda la sociedad de la élite que hasta me había olvidado que ella sigue siendo parte de aquella élite, por más que ella no quiera darle tanta importancia.

De repente, el foco se prendió dentro de mi cabeza.

—Y vendrás con Aaron y conmigo ¿Cierto? —comencé y me senté a su lado apoyando mi barbilla en su hombro.

— ¿Disculpa? ¿Por qué yo acaso querría pisar ese lugar? —se quejó la japonesa.

—Porque eres la mejor amiga del mundo, a la cual amo mucho y me hará compañía dentro de las pirañas —comencé.

— ¿Pero no iría Aaron también? —comenzó Thalía.

—Pero Kira habla pirañol así que será de utilidad.

— ¿Pirañol? —Se rió Thalía.

—Sí, el idioma se las pirañas —aclaré—. ¿No es así Kira bebé?

Pasé mis brazos por sus hombros y me colgué de ella.

—Agh, Gekiteki baka eres demasiado molesta —se quejó Kira—. Iré, ahora quítate de encima.

No me llamo Cenicienta [Princesas Modernas #1]Where stories live. Discover now