37_

227 16 3
                                    

Llegamos al patio trasero y apreté la mano de Adam, este me dio una sonrisa tranquilizante y caminamos hasta la mesa en donde se encontraban mi familia mientras le daba una disimulada mirada a Kira para mantener a raya a mis hermanos.

Las primeras en percatarse de nuestra presencia fueron Fanny y Phoebe quienes me dieron una sonrisa pícara, luego fue tío Jem, quién le dio un ligero golpe a Giorgio quién estaba hablando con mi tía Jayleen, la hermana de mamá, para avisarle que yo ya estaba aquí. Giorgio sonrió y se levantó para estrechar la mano de Adam.

—Adam, ellos son mis tíos, Giorgio y Jem —presenté—. Tíos, él es Adam.

—Es un gusto —dijo tío Giorgio.

Tío Jem se cruzó de brazos y lo miraba con desconfianza. Estrechó su mano por pura cortesía mientras intentaba darle una mirada intimidante.

—El gusto es mío, he escuchado hablar de ustedes —comenzó Adam con una sonrisa, ignorando la mirada de tío Jem.

— ¿En serio? —preguntó Giorgio.

—Por supuesto, Giorgio Contreras y Jem Anderson, trabajan en la multinacional más reconocida de la ciudad —contestó Adam.

La mirada de tío Jem pasó de una intimidante a una de desconcierto para luego ir formando lentamente una sonrisa en su rostro. Yo tampoco pude evitar sonreír. Por su expresión ya sabía que se lo había ganado, no había nada más que amara tío Jem más que su gato que ser reconocido en su trabajo.

—Oh, bueno... —comenzó Jem.

—No te dejes engañar por su encanto —advirtió papá llegando hasta nosotros junto con mamá.

Mamá le dio una mala mirada a papá y se acercó a Adam con una sonrisa para saludarlo con un beso en la mejilla.

—Qué suerte que hayas venido, Adam —habló.

—No me lo habría perdido —aseguró Adam y una sonrisa creció en su rostro para luego contestar—. Ni yo ni mi encanto.

Apreté los labios al instante para reprimir una risotada.

Eso fue un golpe directo para el orgullo de papá quién se cruzó de brazos y achicó los ojos en desconfianza.

—Estaré vigilándote —advirtió y apuntó dos dedos a sus ojos y luego a la dirección de Adam—, las manos donde pueda verlas.

—También está feliz de tenerte aquí —aseguró mamá.

Nos acercamos a mi abuela quién observaba todo en silencio desde su silla. A pesar de ya estar cerca de los 70 no parecía de esa edad, no corría una gota de maquillaje por su rostro, su largo cabello rubio caía en ondas sobre sus hombros delgados que estaban enfundados en la solera ancha de color verde musgo que tenía. Su cuello estaba rodeado por varios collares con dijes y talismanes y sus lentes redondos protegían sus ojos grises.

Así como en su exterior, en su interior la abuela es una mujer muy pacífica, no muchas veces levanta la voz y es de esas abuelas que te gusta abrazar.

Al acercarnos, ella me dio una sonrisa dulce y estiró los brazos para abrazarla.

Obviamente lo hice y apreté al igual que ella mi agarre para luego dejar un beso en su mejilla y separarnos.

—Adam, ella es Cora Anderson, mi abuela —presenté—, abuela, él es mi novio, Adam Becher.

Mi abuela acomodó sus lentes para analizar por completo a Adam con una expresión concentrada y luego regalarle una sonrisa dulce igual que la de mamá.

No me llamo Cenicienta [Princesas Modernas #1]Where stories live. Discover now