38_

252 16 3
                                    

Entré a la pista de patinaje sobre hielo y sonreí haciendo un saludo con la mano a la chica que trabaja en la cafetería del lugar. Pasé directo hacia la pista donde había varias chicas de distintas edades sobre la pista practicando, algunas se notaba que tenían años de experiencia y había otras que recién comenzaban. Recorrí el lugar con la vista hasta que encontré una cabellera rubia atada en una cola de caballo y me dirigí a ella.

Mientras más me acercaba podía ver como mamá hablaba con dos chicas; ambas asentían concentradas al monólogo de mi madre y respondían cada tanto.

Mamá se dedicaba a entrenar al equipo de hockey sobre hielo así como también a patinadores artísticos, obviamente tenía más experiencia en esta última. Cuando era joven, mamá también fue una patinadora y bastante exitosa con una larga fila de medallas y premios que la abuela se encargaba de mostrarnos cuando éramos niños, con el tiempo, ella supo que su vocación era enseñar a más personas el arte del patinaje y, gracias a su trayectoria y talento, es entrenadora de varias patinadoras profesionales así como, según se decía de su reputación dentro del mundillo del patinaje, descubría nuevos talentos. Obviamente en estas épocas estaba más atareada como nunca ya que unas regionales estaban a la vuelta de la esquina.

Me uní al grupo justo cuando mamá se despidió de las dos chicas quienes volvieron a la pista a practicar. Ella se percató de mi presencia y me regaló una sonrisa mientras se deslizaba para salir de la pista.

—Hola cariño —me saludó— ¿Qué haces aquí? No es que me moleste que vengas, claro.

—Hola ma —saqué del bolsillo de mi pantalón las llaves y se las entregué—. Papá te manda las llaves de la casa ya que se tardará más de lo esperado con unas piezas que recibirá.

—Ah, sí me lo dijo —Las tomó y fue a guardarlas a su bolso—. ¿Ya saliste del trabajo o todavía no entraste?

—En realidad hoy trabajo más tarde, vengo de juntarme con Kira y Thalía —comenté. Una idea se me cruzó por la cabeza y volví a hablar— ¿A ti cuánto te falta para terminar?

—Ya están por terminar, estábamos puliendo algunos detalles de las coreografías —contestó y le dio una mirada rápida a la pista para asegurarse de que todo estuviera bien.

—Bien, entonces te espero así vamos a comer a algún lado —comencé—. Yo invito.

Ella se volvió a verme algo extrañada.

—Está bien cariño, pero no será necesario que pagues —dijo.

— ¿Para qué gano dinero si no te puedo invitar a comer? —me quejé. Ella dudó un poco y yo hice mi mejor cara de perrito—. Será solo por esta vez, además, ¿Hace cuánto no tenemos una salida madre e hija?

Mamá ladeó la cabeza de un lado al otro dándome la razón y terminó por asentir.

—Bien, deja que termine la clase y estoy contigo —aceptó.

— ¡Excelente! Te llevaré a ese lugar de sándwiches que tanto te gusta —aseguré.

Ella me dio una sonrisa y volvió a la pista de hielo, por mi parte, tomé asiento en una de las sillas de las tribunas y me estremecí un poco por el frío. Podía hacer calor afuera, pero aquí dentro se me congelaba el culo.

Invité a mamá porque, además de que hace bastante tiempo no tenemos una salida a solas, quería ver si le podría sacar algo de información acerca de lo que haya pasado con el hermano de papá. Ella seguramente sabe que quería y, como es bastante chismosa, estoy segura de que podría hacerla hablar.

Estuve un rato con mi teléfono hasta que la clase terminó por fin. Mamá se despidió de algunas estudiantes y, luego de ponerse sus zapatos bajos, salimos en dirección al restaurante que le gustaba.  

No me llamo Cenicienta [Princesas Modernas #1]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ