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Habíamos salido del restaurante y ambos, tanto Adam como yo, nos mantuvimos en silencio por unos largos y tortuosos cinco minutos.

La verdad que no sé que acabo de hacer allí dentro, en realidad, para desgracia mía, sí sé lo que hice, acordé una cita doble con Lonnie y Aaron a costa del pobre Adam. Sé que la mayoría de las veces suelo ser algo impulsiva, pero esta vez fue la metiche Moore quien me sacó, me retó y consiguió lo que ella quiso.

Ganó, pero no por mucho. No me rendiré ni le demostraré que tiene poder para ponerme incómoda.

Miré de reojo a Adam quien iba callado durante todo el camino en la avenida, lo arrastré a todo esto y me siento algo culpable porque es sólo el comienzo de esta maldita semana hasta el sábado que será la cena. Luego de mirar a mis manos, decidí pararme al frente suyo cortándole el paso.

—Siento haber reaccionado así —hablé y puse mis manos en sus hombros—, juro que no quería arrastrarte a todo esto.

Adam luego de unos segundos me dio una sonrisa tranquilizadora y tomó mi mano en un gesto cariñoso mientras seguíamos caminando a paso de tortuga por la acera.

—No importa Cenicienta, no estoy molesto —se rió y pasó sus manos por mi cintura— y no me estas arrastrando a nada.

Suspire algo aliviada pero no tan convencida, puede que solo lo diga para no molestarme, estoy algo segura de que yo lo haría en estos casos. Adam observó este gesto y me acercó a él dejándome al frente suyo y sosteniendo mis dos manos.

—Te lo digo en serio —aseguró.

Asentí y lo observé esperando ver algún gesto, pero sólo se quedaba ahí, viéndome con esa sonrisa suya y un brillo en sus ojos verdes que tenían algo, me hacía perderme en ellos. Corté la distancia entre nosotros y sin importar que hubiera público dejé un corto beso en sus labios.

—Gracias por la cita —dije a corta distancia.

—No hay por qué, Cenicienta —contestó—. Me gusta estar contigo.

Sentí que algo afloró en mi interior con sus palabras y sonreí para pasar mis brazos a los costados de su cuerpo. Sonreí y ladee la cabeza de un lado al otro pensativa para luego contestar con seguridad:

—A mi también me gusta estar contigo.

***

Pasó una semana desde mi cita con Adam y sólo quedan dos días antes de que celle mi muerte por vergüenza a causa de la metiche Moore. Luego de mi conversación en la calle con Adam, volvimos a hablar en la semana por teléfono, ambos estábamos sin tiempo gracias a las clases pero acordamos volver a vernos antes del sábado.

Entré a la habitación, miré a mi alrededor y solté un suspiro dramático para luego tirarme a la cama causando el mayor ruido posible. La cama me recibió con un pequeño chillido y me acomodé hasta quedar en el campo de visión de mi acompañante quien obviamente me estaba evitando. Solté el aire por mi boca de manera ruidosa y así obtuve su atención.

—Te sucedió algo ¿no? —comenzó Jarek volteándose a verme desde su escritorio.

—Sabes que sí —contesté acomodándome en la cama.

Como dije antes, de los hermanos siempre fui más apegada Jarek, tal vez sea por la cercanía de edad o no sé, pero siempre que me sucedía algo le contaba a Jar. Los dos años anteriores se me hacía más difícil ya que él seguía en preparatoria y yo ya estaba en la universidad y las llamadas eran algo costosas pero ahora era más fácil ya que estábamos en el mismo campus. Si bien también soy cercana a mis otros hermanos, con Jarek tengo total confianza de contarle todo y viceversa.

No me llamo Cenicienta [Princesas Modernas #1]Where stories live. Discover now