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🍯 Jinah

Jimin me había citado en un café, extraño para ser un lugar donde le daría lecciones a un niño aunque hoy sólo nos conoceríamos y veríamos si esto iba a funcionar o no. Wonhong, ante la descripción de mi hermana, pertenecía al grupo de niños problema y si no había química entre nosotros sería inaudito cualquier esfuerzo que pusiera en él.

Tuve que cruzar el río para poder llegar a donde ella me había indicado, claro, por amabilidad me dio una dirección cercana a lo que supuestamente era mi antiguo distrito. No era su culpa, era mía.

Pero algo había decidido en este par de días, ya no me reprocharía nada ni sentiría este abismo de culpa por tener emociones. Aunque fuera por un instante de mi vida quería no preocuparme de nada ni de nadie, más que de mí y de lo que parecía una relación formal.

Caminé con confianza hacía el tierno café de LINE. Era bueno para un niño que se divertiría jugando con los peluches y malo para un niño como Wonhong que quizá se distraería con todos los colores a su alrededor.

Cuando llegué ya estaban allí, platicando como unos completos conocidos. Mi hermana se veía algo ¿maternal? Quizá esa era la palabra correcta. De sólo verla me sorprendí.

Luego mis ojos se posaron en el niño de cabello azabache que deleitaba con tranquilidad una bebida colorida. Se veía muy familiarizado con el lugar, inclusive su playera de Rilakkuma lo delataba pero estaba en calma, distinto a lo que imaginaba.

Me acerqué a ambos y en el instante los dos pares de ojos se posaron en mí. Jimin esbozó una sonrisa cálida mientras que él los abría de par en par, tal vez no esperaba que yo fuese su gemela.

―No son idénticas ―fueron sus únicas palabras.

Era la primera vez que escuchaba que alguien denigrara el parecido entre ambas. Si bien nuestra envoltura no era igual, la cara sí era una copia exacta. Mientras que yo llevaba el cabello teñido de castaño hasta media espalda, Jimin lo hacía hasta los hombros y era de nuestro color natural, negro.

Me senté en la silla que estaba libre, frente de ambos y aunque tracé una sonrisa hacia el pequeño, no me fue correspondida. Esto sería complicado.

―Él es Wonhong ―le introdujo con suavidad mientras posaba una mano sobre su espalda―. Y ella será tu maestra, Han Jinah.

Por fin fui digna de su mirada. Tenía unos ojos profundos y de iris oscuras, casi idénticos a unas que solía conocer bien. De hecho muchas de sus facciones me resultaban familiares, probablemente porque era algo típico de los niños, tener fisonomía delicada.

Después de analizarme y reanalizarme, por fin dio un veredicto tras soltar su bebida y voltearse a ver a mi gemela que ansiaba su respuesta con una sonrisa.

―Si acepto las clases, ¿me cumplirás lo que me prometiste, noona?

No tenía idea de ninguna promesa, supuse que era algo entre ambos y no debía preguntar. Ese niño se veía como una caja de Pandora y no quería ganarme su odio antes de tiempo.

Jimin soltó una risa y si mis ojos no me fallaban, se ruborizó. Pocas veces la veía así y en dichas ocasiones la única causa siempre resultaba ser Baekhyun.

―Claro que sí, una promesa es una promesa ―indicó chocando sus frentes y acariciando su cabello.

Definitivamente esta no era Jimin sino un experimento extraño combinado con ella donde habían inyectado demasiada dulzura y ternura en su persona. Ninguna era fan de demostrar abiertamente el cariño, nos habían criado como las típicas coreanas que mantenían la forma sin embargo, siempre fue más explosiva y extrovertida, y he aquí la prueba de que muy en el fondo sí salían a relucir sus emociones con facilidad.

Candy » BaekhyunWhere stories live. Discover now