39

319 21 6
                                    

🍨 Jinah 

Nuestros cumpleaños siempre eran en casa, rara vez nos acompañábamos de amigos o demás familia. El día 25 era para los cuatro integrantes de la casa, no importaba si era entre semana o había escuela, el cantar de feliz cumpleaños era algo propiamente nuestro. Días antes o días después había amigos y felicitaciones de otras personas, pero únicamente éramos nosotros los que compartíamos el pastel.

Este año por supuesto que no era la excepción, mamá y papá nos prepararon una comida deliciosa para festejar, sus regalos habían sido muy significativos y llenos de amor. Todos estábamos felices por estar bajo el mismo techo conviviendo en ese día especial.

Afortunadamente no hubo incómodos comentarios ni nada que pudiese entorpecer nuestra celebración casera. Comimos, bebimos, platicamos, reímos y hasta jugamos, ese era el efecto de nuestro cumpleaños.

Tanto Jimin como yo recibimos felicitaciones por mensajes y llamadas particulares de nuestros respectivos amigos, de los amigos que teníamos en común y de nuestra demás familia. Los cumpleaños de las gemelas rara vez se olvidan y nuestros seres queridos no ignoraban la costumbre de unirse a la celebración a distancia.

Sin embargo he de ser honesta cuando digo que visualicé el celular múltiples veces, incluso más veces que Jimin, esperando ver un mensaje o una llamada de cierta persona. Pero nunca recibí nada, la pantalla seguía en negro o sonando para anunciar la felicitación de alguien más.

Eran cerca de las doce de la noche y todos en la casa habíamos caído rendidos en nuestras respectivas camas. Era una noche algo fría y oscura debido a lo nublado que se hallaba el cielo, por ello decidí portar el suéter que mamá nos había dado de regalo. Hace tiempo que no vestíamos iguales pero la prenda la había tejido con mucho cariño, y por ello me aferré a esta cuando entró la penumbra por la ventana.

Acomodé mi cabeza sobre la almohada con cuidado de no aplastar el celular que yacía entre el colchón y la pared, me cubrí con las cobijas y entrecerré los ojos esperando ser capaz de dormirme a pesar de la falta de sueño. Todavía tenía esperanza, energías de quedarme en vela y hacer tiempo para que un mensaje de felicitación llegase.

Pero no fue un mensaje, era una llamada suya.

En realidad fue la llamada más corta de la vida que habíamos mantenido. Tomé un respiro después de escuchar sus firmes palabras: "Sal, estoy afuera de tu casa".

Con cuidado de no hacer ni el mínimo ruido, salí de entre las cobijas, me coloqué un sostén bajo la pijama y mi suéter nuevo, tomé unos tenis cualquiera y crucé la puerta de salida con muchísimo temor de encontrarme a alguien despierto.

La oscuridad se hizo presente ante mis ojos, el frío se coló bajo mi ropa, no obstante la sensación de calidez me abrumó tan pronto vi sus ojos entre los coches estacionados por la calle. Avancé con lentitud hasta él con una sonrisa que no logré ocultar y cuando lo tuve en frente no dudé en abrazarlo con todas las fuerzas. Me embriagué de su perfume y pensé que tenía una suerte divina por tenerlo justo donde se encontraba, junto de mí.

―¿Creíste que podría soportar no verte en tu cumpleaños?

Su voz se escuchaba más clara que en otras ocasiones, tal vez era el efecto de la tranquilidad de la noche que nos rodeaba. Mi sonrisa se iluminó a tal grado que lo contagió y me abrazó con las mismas fuerzas que yo lo hacía.

―Feliz cumpleaños mi Jinah, sé que será el primero de muchos a tu lado ―susurró con tranquilidad y ternura, sin sonar presuntuoso o apasionado, simplemente siendo él.

―Gracias Baek, te quiero muchísimo ―me aseguré de decirle mi última frase manteniendo el contacto visual.

―Ven, vamos a pasar juntos los últimos minutos de tu cumpleaños.

Candy » BaekhyunWhere stories live. Discover now