16. Dejar ir.

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El último día del semestre a diferencia de mis compañeros me sentí sumamente triste. El hecho de ya no tener este pequeño refugio al cual escaparme, era un golpe muy fuerte para mi. La peor parte era saber que ya no regresaría el semestre que entra porque tal y como lo había esperado—y como me había esforzado en que sucediera— había reprobado todas y cada una de mis materias. Por ende seguramente me darían de baja de manera inmediata. 

Pensé un poco en que si me hubiera esforzado, no me encontraría en esta situación. Nuevamente era yo quién me saboteaba y tomaba una serie de decisiones que no hacían nada mas que arruinarme la vida. Pero más importante que todo, si no hubiese dejado que todos mis problemas afectaran mi desempeño académico, definitivamente no hubiese llegado al punto de haber sacrificado mi carrera universitaria. No es que la licenciatura en contaduria fuese la pasión de mi vida, y la razón por la que la había elegido se inclinaba más a que era una "buena carrera", pero aún así no tenía ni la más remóta idea de que pasaría conmigo.

Cuando estuve a punto de salir de mi última clase, vi a mis compañeros por última vez. Absorbí cada uno de sus rostros, recordando como la mayoría de ellos se burlaron de mi y seguramente seguían haciendolo a mis espaldas. Si el rumor de que había reprobado todas mis materias no llegaba a Antonio, podría considerarlo como un verdadero milagro. Rápidamente todos mis compañeros abandonaron el aula y al notar que me había quedado a solas con mi profesora de cálculo, me apresuré rapidamente para salir yo también. Sin embargo su voz me detuvo inmediatamente.

—¡Abigail! —exclamó cuando estuve por llegar a la puerta. —¿Puedo hablar contigo un momento? —me preguntó y apesar de que la última cosa que quería hacer era hablar con mi profesora de cálculo, tenía que admitir que ella era una buena maestra, yo era la que había fallado completamente. 

—Claro maestra ¿qué pasa? —cuestioné lo más cordial que pude. El fingir demencia era lo único que podía hacer. Tal y como lo sospeché, la maestra solo me miró algo incrédula.

—Resprobaste mi materia, y de una forma espectacular —sentenció lentamente, mirando lo que parecía ser la lista en donde se encontraban las notas y calificaciones. Yo hice una mueca de dolor porque realmente no sabía que decir. No tenía ninguna excusa, y las únicas que tenía definitivamente no entraban en la categoría de "buena excusa para darle a tu maestra de cálculo"

—Si, lo sé —respondí encogiéndome de hombros, sabía que no importaba que dijera o que tratara de decir, ya no se podía hacer nada.

—¿Sabes que es lo que más me resulta extraño? —inquirió pero no parecía que buscaba una respuesta de mi parte por lo que guardé silencio —Que parece que te esforzaste por reprobar, eres una chica inteligente Abigail. Estuviste en mi clase de mátematicas el semestre pasado y sé de lo que eres capaz, siempre te esforzaste incluso en los temas que no comprendías del todo, pero este semestre simplemente te diste por vencida antes de tan siquiera intentarlo —comentó y no pude evitar que se me formara un nudo en la garganta. Sabía que ella tenía razón, pero no había nada que pudiera decir. ¿Por qué lo había hecho? ¿Fue realmente por mis compañeros? ¿Por culpa de Erick? ¿Por rebeldía? ¿Por inseguridad? Ni siquiera yo lo sabía.

—Tal vez contabilidad no es lo mio —murmuré pero sonaba vacío incluso ante mis propios oidos.

—¿Estás segura? Creo que si te esforzarás podrías lograrlo, pero si crees que realmente no lo es tuyo, cambiar de opinión también es una sabia decisión.

—Si, gracias maestra. Solo necesito un tiempo para pensar que es realmente lo que quiero estudiar.

—Te deseo la mejor de la suerte Abigail, aún eres joven y estoy segura que encontrarás eso que de verdad te apasione  —me dedicó una última sonrisa a lo que tristemente no pude corresponder. 

¿Puedes guardar un secreto? (Terminada)Where stories live. Discover now