10. Plan maestro.

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Cuando Antonio llegó me sorprendió que las cosas fluyeron relativamente...normal. Antonio trajo comida china para todos. Gabriel y yo la devoramos inmediatamente ya que no habíamos comido nada desde los tacos de la mañana. Ninguno de nosotros quiso levantarse del sofá en toda la tarde, así que cuando Antonio había llegado (perfecto como siempre) y nos había traído alimento casi lloramos de felicidad. 

Cuando Antonio se sentó a mi lado, después de servir la comida a cada uno, no pude ignorar en absoluto el sentimiento de deja-vú de la primera vez que lo había conocido. Antonio era ese tipo de personas que te decía más con sus expresiones faciales y corporales que con sus palabras. Ese primer día estaba tan confundido y molesto (probablemente con el idiota de Gabriel) que cada vez que lo recordaba no podía soltar una risa involuntaria, sin importar que ambos chicos me miraran como si estuviera loca.

La tarde pasó con una tranquila charla, sin embargo cuando Gabriel se levantó repentinamente alegando que había olvidado llevarle a su padre unos papeles muy "importantes", no pudimos sino que verle de manera escéptica. Sobretodo yo, que ya los conocía lo suficiente como para reconocer la expresión de Antonio de "te voy a matar" y la expresión de Gabriel de "si, estoy mintiendo pero no me importa"

—¿Olvidaste llevarle unos documentos? —preguntó Antonio y su expresión decía que obviamente no le creía nada.

—¡Sí! Abby y yo estuvimos muy ocupados todo el día que lo olvidé —comentó guiñándome un ojo y yo solo rodé los ojos negando la cabeza.

—Si consideras ir a comer tacos y jugar videojuegos el estar ocupado, entonces si estuvimos muy ocupados —respondí encogiéndome de hombros y Antonio nos vio aún más confundido.

—¿Fueron a comer tacos? —el "y fueron sin mi" estaba implícito, a pesar de que no lo había dicho en voz alta.

—Ese no es el punto de todo esto, tengo que irme, pero vuelvo enseguida, no me extrañen mucho —anunció velozmente y antes de que ninguno de nosotros pudiese decir algo más, Gabriel había salido inmediatamente por la puerta. Definitivamente el segundo nombre de Gabriel no era "sutileza" y más porque no llevaba ningunos papeles consigo. Era un idiota.

—¿En serio has tenido que lidiar con el 22 años de tu vida? —pregunté porque realmente el ambiente estaba un poco tenso y no sabía como lidiar con eso. Al parecer funcionó ya que Antonio rió de una manera genuina, como si el también se estuviese haciendo la misma pregunta.

—Tristemente llevo lidiando con él mucho más que eso —comentó y tardé unos momentos en comprender a que se refería, hasta que recordé que eran gemelos y en efecto habían estado juntos desde incluso antes de nacer.

—Realmente admiro tu fuerza de voluntad.

—Cuando pasas tanto tiempo con Gabriel, ya no te sorprende nada que venga de él, incluso aunque todo eso sean puras "buenas intenciones"

—Lo sé, yo le he dicho que tiene que tratar su problema de mentir compulsivamente —el pelinegro rio asintiendo con la cabeza.

—¿Tu también lo notaste, huh?

—¿Qué cosa?

—Que Gabriel suele decir mentiras solo porque piensa que él tiene la razón y sabe mas que todos siempre —me encogí de hombros, porque era cierto. Seguramente había ideado este "plan" solo para dejarnos a solas a mi y a Antonio y pensar que nos estaba haciendo un favor. Como había mencionado antes, era un idiota.

—¿Sabes qué? Ya no hablemos de él —dije finalmente y aunque pareció sorprender un poco a Antonio, no parecía que lo hizo de una forma negativa.

¿Puedes guardar un secreto? (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora