9. Normalidad.

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Entre mis problemas personales, familiares, académicos y "amorosos" (si es que le podía llamar así) genuinamente pensaba que mi vida no podía ir aún peor de lo que estaba, lo cual por obvias razones estaba equivocada. Yo tenía esa pequeña maldición de que cuando estoy segura de que las cosas no pueden ir peor, inevitablemente encuentro nuevas formas de joder todo y demostrarme que estoy equivocada. 

Como ahora, que indirectamente había lastimado los sentimientos de alguien que no había sido nada más que lindo conmigo. Aunque tampoco podía evitar pensar que tal vez su reacción y mi reacción, y la reacción de todos en general había sido un poco más que exagerada. Era como una mala broma, que me encontrara con más problemas amorosos de los que había tenido hace un año.

¿Por qué esto de los tríos tenía que ser tan complicado? ¿Por qué no podía ser como en las series donde dos chicos atractivos están contigo y todo es solo sexo y diversión? Probablemente porque esto desde el principio había estado condenado al fracaso.

Algo que empieza a base de mentiras (en el caso de Gabriel), con sentimientos irreales por una persona que ni conoce (en el caso de Antonio) y que termina con alguien sintiéndose atraída por la persona equivocada (como en mi caso), era la fórmula perfecta que estaba condenada al fracaso. Eso sin contar que Gabriel y Antonio eran hermanos, sin contar mi pésimo historial amoroso y sin contar la estúpida apuesta que había hecho con Teresa, ¿ en qué clase de universo paralelo algo así podría resultar bien? Definitivamente en ninguno.

Me convencí de que todos estos pensamientos no me llevarían a ningún lado, lo mejor era ser una adulta (como supuestamente era) y enfrentarme a lo que sea que pasara, ya fuese para bien o para mal. Con ese pensamiento de "me importa un comino la vida", finalmente me alisté y decidí que ir a la universidad era la única opción viable para poder distraerme un poco acerca de todos los pensamientos que estaban en mi cabeza. Me apresuré a salir de la cama, darme una ducha, cambiarme y rezar en lo más profundo de mi ser el no tener que toparme con mi madre y su marido.

Lo cual como era ya usual en mi vida, no tuve suerte alguna y ambos se encontraban desayunando en la mesa. Traté de salir por la puerta sin hacer un solo ruido que pudiera delatarme, pero la voz de mi madre me alcanzó antes de mi victoriosa salida. ¡Maldición!

—Abigail ¿Puedes venir un momento? —preguntó mi madre en un tono que no lo hacía sonar para nada como una pregunta. Por lo cual tuve que darme media vuelta y dirigirme hacia donde ellos y mi hermanito estaban desayunando.

Tenía que admitir que yo quería a mi hermanito, era una de las personas más importantes para mi, aunque trataba de permanecer alejada de él. Pensar en el tipo de madre y de padre que le habían tocado, hacía que fuese inevitable no sentir pena por él. Ellos no eran malos con él especialmente, al menos no como lo eran conmigo, pero tampoco podía afirmar que fuesen los mejores padres del universo. Porque para nada lo eran.

—Lo que sea que tengas por decirme ¿puede esperar? se me hará tarde para mi primera clase.

—¿Se puede saber a que hora llegaste ayer? ¡No puedo creer que sigas siendo igual de irresponsable! —Me gritó fingiendo no sé, preocupación o tal vez ser una buena madre. Lo cual yo sabía, no era ninguna de esas cosas. Fernando (sorprendentemente) no había dicho nada pero podía ver como trataba de disimular su sonrisa. Ugh, lo odiaba.

—De hecho estaba tratando de ser responsable, mi profesor de estadística nos dejó un proyecto que vale el 80% de la calificación, Teresa y yo lo estamos resolviéndo juntas —mentí tan fácilmente, que llegaba a ser un poco preocupante considerando el hecho que ayer las palabras para mentirle a Gabriel no me salían con tanta facilidad.

—¿Crees que soy tonta?— definitivamente no respondí a esa pregunta, quería creer que era una pregunta retórica.

—Mamá estoy en la universidad y todos los profesores dejan tareas y proyectos finales cuando está terminando el semestre y si no me crees puedes ir a hablar con cualquier de mis profesores —nuevamente, era obvio que mi cerebro no pensaba en las palabras antes de decirlas, porque si mi mamá iba a hablar con cualquiera de mis profesores, estaba muerta.

¿Puedes guardar un secreto? (Terminada)Where stories live. Discover now