5. Fernando.

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Como era de esperarse, el viernes llego más pronto de lo esperado. A pesar de todo no me sentía tan nerviosa como sería lógico que me sintiese. Ese día decidí no ir a clases, simplemente me encerré toda la mañana con seguro en mi habitación, decidiendo cual sería el mejor atuendo para ir con los gemelos. Los últimos días lo había pasado mensajeándome con Gabriel y si bien eso me había ayudado a no sentirme tan nerviosa, ya siendo el día y sobre todo el día que por fin interactuaría con Antonio no podía evitar sentir como que vomitaría en cualquier momento. 

No tenía ni la más remota idea de lo que le había dicho Gabriel a Antonio. Había tratado de que me contara todo por mensaje. Que le había dicho exactamente, como había reaccionado él, pero Gabriel solo me tenía con evasivas a tal punto de que me preguntaba si realmente todo esto era una buena idea. Al final, ayer por la noche Gabriel me había confesado que Antonio estaba muy nervioso pero que de ninguna forma podía dejarlo plantado, que sería como si pateara a un cachorro a sangre fría. Se me hacia extraña la comparación, pero de alguna forma me había convencido en que no podía inventar una excusa a último minuto y decidir no ir.

Me vestí con lo mejor que encontré en mi closet que no fuese al mismo tiempo tan obvio y exagerado. Nuevamente decidí unos pantalones ajustados y una blusa de tirantes color rosa de igual forma ajustada. No le di tantas vueltas a mi ropa interior porque al final de cuentas estaba segura que terminaría en el suelo sin tanto preámbulo. Habíamos quedado a las 5 de la tarde, una hora un tanto temprana pero que se me había hecho eterna en que llegara. 

Cuando por fin se llegó la hora, bajé las escaleras nuevamente con la esperanza de no encontrarme con el idiota de Fernando, pero parecía que el sujeto solo existía con la intención de hacerme la vida imposible. Eso pasaba cuando alguien no tiene nada más interesante que hacer en su patética vida. Casi grité de frustración cuando en efecto, mi padrastro se encontraba en la sala de estar viendo la televisión. Traté de apresurar mi paso para salir sin ser notada, pero rápidamente giró su rostro hacia mi.

—¿Vas a algún lado? —inquirió con un tono neutral pero mirándome de arriba abajo. La semana pasada había logrado escaparme para ir a la fiesta sin que este se percatara, hoy al parecer no había tenido mucha suerte.

—¿No tienes algo mejor que hacer que estar acosándome? —inquirí antes de retomar mi paso directo a la puerta. Fernando se levantó de inmediato.

—No creas que no hemos notado que estos últimos días, te has vestido más como una zorra de costumbre —su tono molesto no pasó desapercibido y yo apreté los puños molesta cuando intentó tomarme del brazo.

—¿Y a ti que te importa como me vista? ¡Te he dicho mil veces que no me gusta que me toques! —esta vez no me importó gritar de tal manera que mi madre que seguramente estaba en la cocina pudiera escucharme perfectamente.

Dicho y hecho, mi madre apareció inmediatamente frente a nosotros.

—¿Ahora qué pasa Abigail? —se dirigió molesta hacia mi. Quise reírme en su cara. Ella sabía perfectamente que pasaba, pero era inútil intentar hablar con ella, jamás me daba la razón.

—Tu esposo aquí me está molestando nuevamente —anuncié y me crucé de brazos. Toda esta escenita me estaba poniendo de mal humor y estaba retrasando mi llegada.

—¿La dejarás ir vestida así? —preguntó el imbécil señalándome despectivamente. Realmente no entendía a él que le importaba como vistiera, y a decir verdad mi atuendo no era para tanto. Un poco ajustado sí, pero eso no le daba derecho a que me tratara como si fuese una cualquiera. Tal vez lo era, pero no tenía nada que ver con mi atuendo.

¿Puedes guardar un secreto? (Terminada)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu