12. Expuestos.

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Los días transcurrieron sin que me diese cuenta.

Okay, estaba mintiendo. Por supuesto que estaba mintiendo. ¿A quién quería engañar? Se me habían hecho eternos de cojones. Ya había pasado alrededor de dos semanas desde que había terminado la "relación" (si es que se le podía llamar de esa manera) que tenía con los gemelos. Tenía que admitir que había sido más duro de lo que me hubiese imaginado. Simplemente no podía dejar de pensar en Antonio y Gabriel, e irremediablemente no podía dejar de pensar en el hecho de que tal vez solo me habían utilizado. Quería autoconvencerme de que no era así. Seguía hablando con Gabriel casi a diario, y Antonio aún me saludaba cuando nos veíamos en la universidad.

Sin embargo desde el día en que habíamos decidido dejar de follar, nada se sentía completo en mi vida. Y si, se que sonaba patética considerando que lo "nuestro" solo había durado algunas semanas y que solamente había sido acostarnos en el trío más absurdo del universo. Pero es que con ellos ellos sentía que podía ser yo misma. Me entendían, me hacían sentir bien. Y si, especialmente Gabriel pero Antonio era Antonio.

Y también lo extrañaba, aunque siempre se sintió un poco lejano. Pero su forma de ser conmigo siempre fue muy dulce y atento. Ahora ya no existía nada de eso. E intentaba convencerme de que tal vez también me extrañaban. Lo podía ver en la forma en que Gabriel me miraba en las ocasiones en las que charlábamos por videollamada. Lo sabía por la forma en que Antonio solía sonreírme con tanta delicadeza cuando me lo topaba en los pasillos de la universidad, que era absurdo considerando las cosas que habíamos hecho en la habitación.

Toda esta situación era muy extraña, se sentía que todo estaba en pausa. Pero al mismo tiempo, era como si una bomba estuviese a punto de detonar y nos fuese a explotar en la cara. Era como si ellos no se pudieran decidir o como si yo no me pudiera decidir. Como si todos estuviéramos esperando a que alguien diera el primer paso pero nadie se atrevía a darlo. No es que estuviera en condiciones de elegir, pero considerando que solo me quedaban unos días para que la apuesta con Teresa terminara, tal vez tenía que apresurar un poco las cosas.

Me decía a mi misma, que tal vez, tal vez solo bastaba hablar con la verdad. Ellos me apoyarían, eran lo suficientemente maduros como para entenderlo y aceptar que si alguno me hiciera el favor de fingir ser mi novio, mi querida amiga Teresa podría tomar un poco de la responsabilidad que nunca tomó al joderme la vida. Pero al mismo tiempo, ese era un tema delicado que jamás había tocado con ellos. Uno de la larga lista de temas que no había tocado con ellos porque no quería que me vieran tan patética. O quizá solo necesitaba aceptar el hecho de que todo había terminado. Ni Antonio, ni Gabriel. Ninguno era para mi y ninguno lo sería nunca.

Sin embargo así de necesitada como estaba, finalmente después de dos semanas de hacerme la fuerte, me quebré. Después de las dos semanas más largas de mi vida, me encontraba nuevamente frente a la puerta de ellos. Cuando aún estábamos "juntos" (sí, se que sueno patética), pero antes solía ponerme de acuerdo con Gabriel para vernos, o al menos mandarle mensaje antes de venir. Para estas alturas ya me conocía a la perfección sus horarios.

Antonio trabajaba de lunes a jueves después de clases medio tiempo. Llegaba a casa después de las seis, así que normalmente solíamos vernos tarde entre semana. Gabriel trabajaba más bien desde casa, ayudaba a su padre con los casos de su despacho puesto que estudiaba lo mismo que había estudiado su padre, leyes. Estaba a punto de terminar su licenciatura en derecho y solía ayudarle a su padre más que nada con papeleo y ciertos trámites de los cuales el padre no se quería hacer cargo. Algunas veces iba al despacho pero era solo en algunas ocasiones.

La razón por la que me encontraba aquí no era precisamente por elección propia, sino por la razón más obvia del mundo. Ya no soportaba estar en mi casa. Estas semanas encerrada en cuatro paredes, a excepción de las veces que iba a la universidad terminarían por volverme loca. Y tampoco soportaba sentir que había perdido la única cosa buena que me había pasado en mucho tiempo. Las peleas continuas con el esposo de mi madre disminuyeron cuando dejé de salir y fugarme de casa al terminar mi relación con los gemelos. Pero era una obviedad que ambos nos odiábamos mutuamente solo por el hecho de existir.

¿Puedes guardar un secreto? (Terminada)Место, где живут истории. Откройте их для себя