𝑺𝒐𝒚 𝒖𝒏 𝒊𝒎𝒂́𝒏 𝒅𝒆 𝒑𝒓𝒐𝒃𝒍𝒆𝒎𝒂𝒔

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Beth

Pasar el rato con Rex, no ha sido tan incómodo como mi mente maquinó, por favor no malinterpreten lo de pasar el rato. Hemos profundizado sobre nuestras vidas, colocándolas en una conversación, exacto, como un grupo de señoras chismosas que nunca debe faltar en un vecindario.

Sin darme cuenta, he recopilado información impresionante sobre la vida del que está sentado a mi lado. Una veces luce iracundo ante sus confesiones como si la molestia fuera suficiente para alimentar países en crisis.

Conversamos sobre penas resagadas que hasta hoy nos dignamos relucir el uno al otro.

Estoy a punto de deshacerme de la interrogante que me ha llenado de intriga desde que supe que Asher y Rex fueron abandonados por sus padres sepa el cielo por qué motivo, pero en mi estómago la hora pico se ha hecho presente, con es solo hecho de pensar cómo la puedo cagar si me atrevo a preguntarle. 

No sé ni como se llama el filme que estamos viendo, la mayor parte del tiempo la ocupamos para profundizar en nuestras vidas, en verdad estuve impaciente esperando a que él me comentara por qué razón sus padres los despreciaron, pero en el fondo sé que me faltan ovarios para preguntarle semejante cosa, hasta imprudente puede sonar.

De un momento a otro el silencio ha llegado para estacionarse en la sala y presentarse con un "de aquí no me voy perras", el ambiente se ha tensado, por ello, opto por quebrantar el silencio y comienzo a hablar posibles estupideces de las que de seguro me voy a arrepentir:

—¿Cómo se llama la película? —pregunto con inquietud que me es difícil de disimular.

—No tengo ni puta idea, y para colmo ni siquiera está rotulado en la esquina, hoy le dio por joder ¿pero quiénes somos para juzgar? Este canal es una maravilla.

Río ante su sarcasmo.

—¿Quiéres algo de comer? —le pregunto en tono afable.

—Cómo quisiera decir que no, pero esto y hambriento y sí, el hambre me está consumiendo —se señala el estómago.

Volteo la cabeza hacia el frente y un ruido me hace sobresaltar de mi asiento, miro a Rex quien luce divertido a causa de mi reacción.

—Solo es la bestia —comenta divertido.

—¿Así le llamas a tu estómago? —me llega en gracia el alias que usa para referirse a su estómago.

Señala su estómago y arquea una ceja —Si supieras como ruge cada cinco minutos, no te sorprendería por qué le llamo así.

Esbozo una carcajada, su humor es de otro nivel inhumano, literalmente.

Como ustedes sabrán mi generosidad no tiene límite y sin tengo a cinco desconocidos en mi casa y no me han tratado de sedurcir o algo por estilo (a excepción de Matt), que no recibieron suficiente amor o mejor dicho nada, mi deber es tratarlos como si compartiéramos lazos sanguíneos y si lo voy a hacer, lo tengo que hacer bien.

Rex me hace compañía a la cocina, pues Matt le dejó muy claro que él debe ser mi guardaespaldas personal y eso implica que se adhiera a mí como un jodido chicle en tu cabello. A diferencia de el chicle, Rex no es un estorbo.

Antes de sacar el sartén de la alacena, Rex toca mi codo, trago saliva pensando que era algún espectro maligno, sin percartarme de que él se colocó detrás de mí. Me volteo y mi rostro se encuentra con el suyo. Percibo cierto damatrismo en su mirada por lo que me doy cuenta de que solo se trata de una broma.

—¿Me preparas una hamburguesa? No lo sé —se rasca su cabeza mientras mira al suelo y alterna la mirada hacia mí de nuevo. —Cuando me usaban como rata de laboratorio, desde mi cárcel miraba los anuncios de comida rápida en la laptop de Samara. Ella se sentaba en su tiempo libre a buscar películas y a veces una ventananse abría y ¡BOOM! Una apetitosa hamburguesa con papitas fritas aparece en la pantalla para tentarme.

I N E X P L I C A B L E © +18 [Shadows #1]  [Completa] ✔️ / EditandoWhere stories live. Discover now