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Al principio me sentía incómoda, pero son personas muy divertidas, ella se llama Ivis y el Daniel, pocos minutos después se nos unió Mélany, una amiga del vecindario. Nos llevaron cinco vasos de una bebida un poco rara, era un cóctel de frutas con ron, Daniel no quiso tomar pero igual dejaron la de él.

Le di un pequeño trago a mi bebida y me quemó desde la garganta hasta el estómago, se siente raro pero no es una sensación desagradable.

–Rosé dale suave. Mei mira esto-dijo mostrándole que faltaba más de la mitad del líquido ambar, solo pasaron unos minutos lo sé, pero necesito relajarme, estos meses han sido practicamente insoportables para mi.

–Tranquila, no me voy a embriagar, he tomado antes.

Hablaron de cualquier cosa, de maquillaje, ropa, de la hija de Ivis que por el video que me mostraron es una exelente cantante y de lo mucho que se está tardando la cumpleañera. Yo ya me había tomado el vaso extra que dejaron y el de Mélany porque a ella no le gusta mucho el ron.

–Rosie-llamó mi prima con un tono atersiopelado.

–¿Qué quieres?

–Toma el mio también, ya no puedo aguantar más alcohol-se le nota, se ve horrible y arrastra la palabras.

–Te dije que tenías que tomar aunque sea un poquito cada vez que salimos así te acostumbras, pero tú no me haces caso-la reprendió Mélany mientras yo me adueñaba de mi nuevo mejor amigo.

Ya eran alrededor de las 11, la luz me empezaba a molestar y me senté al lado de Ivis para que no me diera de frente. Estábamos hablando sobre la carrera que quiero estudiar, la de Daniel, me contó algunas cosas de su vida y yo de la mia antes de los 11 años.

–Ya estás borracha ¿cierto?-me preguntó Mei.

–No, ¿por qué?-si estoy arrastrando un poco las palabras, pero aún estoy consiente de las cosas que hago.

–Porque no dejas de hablar y tú con extraños no hablas-dijo obvia.

–Muy cierto, pero la bebida me ayudó un poco, además yo siempre hablo mucho y ella-señalé a Ivis-no es una extraña, al menos ya no-volví a tomar otro trago, no recuerdo a quien le quité este–estoy mareada-puse la cabeza en mis antebrazos.

–No tomes más entonces-comentó Ivis–¿comiste algo antes de venir?

–No, desde por la mañana no como nada.

–Por eso te sientes así, bastante has aguantado, creo que has tomado más que todos los que están aquí. Espera a que traigan las cosas de comer antes de seguir tomando-sugirió.

La quinceañera al fin se dignó a salir, nos pidieron que fuéramos a la parte delantera de la casa que es donde está el pastel y donde tirarán las fotos.

–Mei, aguántame que me caigo-me sujeté del brazo de mi prima, intento caminar lo más recto posible pero es imposible.

–Tú te aguantas de mi y yo de ti porque también estoy mareada-solo asentí y fuimos con el resto de las personas.

Allí cantamos felicidades, tiraron las fotos, grabaron un video en línea, si mi papá lo ve estoy muerta.
Regresamos al patio y nos volvimos a sentar, mi prima se cambió de ropa, se puso un bodi de color lila abierto en el abdomen de mangas cortas y un short corto de mezqulilla, esta si es ella, no la princesita que parecía antes.

No se que pasó en ese momento o es efecto del alcohol en mi sangre que sentí unas ganas inmensas de llamar a Lisa y confimé que había tomado demaciado cuando lo hice. Llamé sin tener la certeza de que me contestaría, pero si lo hizo, y nada más escucharla mi corazón empezó a latirme a mil, no entendí lo que me dijo y sin pensarlo dos veces colgué la llamada, no estoy tan ebria como para hablar con ella. Volví a sentarme ya que me había levantado hace unos segundos para intentar encontrar algo de silencio.

Llevaron cinco platos con dulces y mariscos, de ellos me comí tres, el mio, el de Mélany y el de Mei que no quería. Trageron cerveza, «¡al fin!» me gusta mucho más la cerveza.

Ya me sentía mucho mejor, ya no estoy mareada. Fui a buscar a Mei a la pista de baile y me quedé allí, me sentía incómoda al principio, pero se siente tan bien, moverse al ritmo de la música, dejar que esta tome el mando sin importar que pase.

–¿Rosé eres tú? No puedo creer esto, nunca imaginé verte así-dijo Mateo, un amigo de mi prima, él es mayor que nosotras y nos conoce desde pequeñas, es vecino de Mei.

–Si soy yo, pero no te acostumbres, así no me verás nunca más-aclaré sin dejar de moverme.

–Es un milagro que ella esté así, nadie lo podría imaginar-lo apoyó Mei.

–Yo también te amo-le hablé a mi prima mientras le quitaba el ron a Mateo–y tú no pelees, el mio está en la mesa pero me pesa ir hasta allá-me di un trago bastante grande y le devolví el vaso.

A las 12 empezó la fiesta del agua, me quité la saya y me quedé solo con el short de protección, nos quitamos los zapatos y fuimos para un costado del patio, este no tenía un piso, solo era tierra, pero eso no nos importó mucho. Pusieron música y empezaron a tirar agua, a los pocos segundos estábamos bailando sobre un gran charco de agua y lodo, pero a nadie le importaba.

Así pasamos un largo rato, porque era hora de los retos y competencias, cogimos las sillas de la mesa y nos sentamos alrededor de la pista, claro, todo eso después de terminar de tomarme la cerveza, toda el agua me dejó más lúcida.

A mi derecha se sentó alguien que no conosco y al lado de este, Mateo, mi prima había dejado su puesto, a mi izquierda, unos minutos atrás para sentarse con Lian, un hombre de 23 años, sus padres le dijeron que no la quieren cerca de él, es su amor prohibido, pero yo no soy nadie para hablar de ese tema.

–Rosé-me llamó Mateo, solo asentí para que continuara-mi amigo está enamorado de ti, él quiere algo serio contigo, quiere saber que piensas de eso-vaya así que eso es lo que querían.

–¿Pensar de qué?

–Mira, yo te conosco desde hace mucho tiempo, y me gustas muchísimo, yo quería saber si quieres ser mi novia-dicen que un clavo saca a otro clavo, ¿por que no intentarlo?

–Claro, ¿por qué no?

Los adolescentes también se enamoran (Chaelisa)Where stories live. Discover now