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Narradora:

A la media hora llegaron a la cancha, estaba en un terreno abandonado, rodeada de árboles y solo ivan jóvenes, pero a la hora que llegaron no había nadie.
Empezaron a tirar la pelota y tratar de golpearla, era inútil, no le daban.

–¡Lisa parate ahí y dame la pelota!-Rosé le gritaba corriendo detrás de ella con la raqueta.

–Si lo hago me vas a golpear.

–¡No te voy a golpear!-dijo esta tirándole la gorra.

–¡Ya lo estás haciendo!

–¡Perdón! pero detente ya.

–Ok-dijo Lisa dejando de correr.

Rosé se avalanzó sobre ella y ambas cayeron al piso.

–Dijiste que no me ivas a pegar-habló Lisa en tono de reclamo.

–No te estoy pegando, pero debería hacerlo.

Se quedaron un rato tumbadas en el suelo, estaban muy cansadas.

–Rosé, nos estamos quemando, el Sol está muy fuerte-dijo Lisa levantándose del suelo y tendiéndole la mano a Rosé.

–Tú sigue jugando, intentando jugar. Yo me quedo aquí acostada.

Y así fue, Lisa siguió intentando, pero nada, no lo lograba.

–¿Quieres comer?-preguntó Lisa.

–¡Sí!

Ya eran las 5:00, y las chicas decidieron regresar a la casa. Le dolían los pies, a Rosé le ardía todo, estaba muy roja por el Sol.

–No puedo más, me duelen los pies-se quejó Lisa.

–Vamos Lisa, solo quedan dos cuadras.

–Entonces cárgame a caballito.

–¡¿Que?!

–Dale, si no, no vamos a llegar nunca.

–Esta bien.

Rosé cargó a Lisa hasta su casa, subió las escaleras con ella cargada, y ya no daba para más.

                              (...)

Al día siguiente no podían caminar, parecían pingüinos, sus amigas solo se reían cuando las veían. Pero los dolores no les impidieron divertirse, ni seguir jugando tennis.

                              (...)

Pasaron varios meses, Lisa casi superaba todo lo ocurrido con Suga y Jungkook, pero no le era fácil, eran los primeros que le gustaban, y todo había terminado mal. Por otro lado, Rosé no lograba olvidar a Suga, y no es tanto por él, sino por todo lo que le hizo recordar de cuando era pequeña, muchos malos momentos que su subconsiente había borrado para protegerse de ella misma, y ahora que era mayor los podía entender mejor, pero le estaban causando mucho daño, se culpaba de todo, hasta de errores que cometieron sus padres, no se daba cuenta, pero estaba cayendo poco a poco en una profunda depresión.

Llegaron las vacaciones, todas estaban muy felices, salían de paseo, a comer pizza, helado, chocolates y a hacer muchas maldades. Rosé se quedaba en casa de Lisa casi todos los días, ella se la llevaba sin pedirle permiso, en el primer mes solo estuvo en su casa cuatro días.

Narra Lisa:

Hoy haremos una pillamada, solo seremos Rosé, Seulgi y yo. Preparamos todo, bailamos, jugamos, vimos doramas, chateamos, todo bien, hasta que nos tocó acomodarnos para dormir. Solo hay dos camas, las pegamos, y Seulgi se acostó en la más pequeña, mientras que Rosé y yo en la otra, ya que estamos acostumbradas a dormir juntas.

–Rosie~ -cuando se volteó a verme le apreté los cachetes, eso le molesta mucho.

–Ya verás-dijo para subirse a horcajadas sobre mi y empezar a hacerme cosquillas.

–Ro-sé pa-ra por-favor-dije entre risas–Seul-gi ayu-da-la mencionada solo se reía, que mala es.

Rosé paró de hacerme reír y se quedó mirándome, cuando cruzamos miradas mi corazón se aceleró y no se por qué. Se bajó de mi, nos dimos las tres las «buenas noches», eran las 6:00 de la mañana, Rosie y yo dormimos abrazadas como cucharita.

Ya había pasado un mes de vacaciones y Rosé se tenía que ir a  Australia con su familia como todos los años, yo no quiero que se vaya, quiero que se quede conmigo, pero se que no es posible.

Narra Rosé:

Faltan dos días para irme a Australia, no quiero dejar a Lisa, no quiero estar sola con «mi familia», aunque será bueno alejarme de Suga y de todo lo que me recuerda a él.
Llegó el día de mi viaje, en estos dos últimos días no vi a Lisa y no puedo dejar de pensar en ella. Nos subimos al avión y me quedé dormida muy rápido, no he estado durmiendo muy bien que digamos.
El viaje fue tranquilo, me desperté cuando habíamos llegado a Sidney. Afuera del aeropuerto había una camioneta esperándonos, me subí junto con Yusi, Vernon, su hijo y Dalián, su nieto. Mi papá y el Sr. Choi, el chofer, subieron las maletas, para acto seguido adentrarse en el auto y ponernos en marcha.

–Sr. Choi, ¿me podría enseñar a conducir?-le pregunté.

–Claro, cuando quiera empezamos con las lecciones de conducción señorita Rosé-dijo él sin quitar su vista de la carretera.

–Y tú para que quieres aprender a conducir, de verdad eres ridícula, solo tienes 13 años-habló Yusi.

–Quiero aprender para cuando tenga un coche poder conducirlo-dije con fastidio, me estaba estresando, ella es insoportable.

–El auto es si te lo ganas, que eso lo dudo mucho-me quedé callada y no le seguí el jueguito, después a la que ivan a castigar es a mi.

Di gracias porque mi madrastra no me habló más en todo el camino a la casa. Cuando llegamos mi tío nos estaba esperando, me bajé y fui corriendo hasta donde estaba él, me cargó en brazos, él es muy fuerte, lo quiero muchísimo, es menor que mi papá, se comporta como un niño aunque ya es adulto.

–Estás muy grande, has crecido desde la última vez que te vi-me dijo mi tío.

–No exageres, me viste hace siete meses cuando fuiste a visitar a Sayeon-Sayeon es su padre, padrastro de mi papá, es el único abuelo que tengo cerca.

–Hola Minyeon-por un momento se me había olvidado que ella venía con nosotros.

–Hola Yusi, Vernon y Dalián. Espero que hayan tenido un buen viaje.

–Así fue-dijo ella.

–Bueno, pasen y acomódense en sus habitaciones.

En una de las habitaciones dormía mi papá y Yusi, en la otra mi tío, Vernon y Dalián en otra y yo en la misma de siempre, estaba decorada a mi manera y eso me gustaba. Acomodamos las cosas, nos duchamos y salimos a comer.
Estas serán unas largas vacaciones.

Los adolescentes también se enamoran (Chaelisa)Where stories live. Discover now