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"Tenía mucho tiempo sin ser el motivo de la risa de alguien, hasta hoy" Pensó la castaña mientras despegaba su rostro del concreto e intentaba recoger la poca dignidad que le quedaba. Pero las sonaras carcajadas de la señora Yumehara al otro lado de la calle no es que la ayudaran mucho con eso.
Gracias a que en la secundaria estaban haciendo reparaciones y les habían dado el día libre, Yui había decidido que era una buena mañana para salir a correr. Primer error. Como ya se le era costumbre se puso sus audífonos y coloco su lista de deportes en reproducción aleatoria. De repente había empezado a sonar Dynamite ¿Alguna vez han intentado bailar igual que un idol en la calle? No es recomendable, menos para gente poco agraciada para el baile como lo era Yui. Un pie se le atravesó al otro y ella terminó en el suelo.
— ¿Te caíste jovencita?
"No señora Yumehara, le quería dar un beso a la hormiga que pasaba por el andén."
No lo dijo, pero ganas no le faltaban. La señora Yumehara no era una experta conteniendo la risa, eso era claro. Aun así la ayudó a levantarse una vez que había recuperado el aire.
—Sin duda tenemos a los vecinos más activos, mi hija y mi esposo a esta hora siguen dormidos. —bromeo la mujer— Pero que bueno que te encuentro Watanabe, quería pedirte un favor. Veras, yo y la señora Lopez no encontramos en una clase de pilates, increíbles por cierto te las recomiendo, es en el edificio de al lado y vamos varias vecinas a...
Y así la señora Yumehara comenzó a contar otra de sus extensas historias, sin olvidar añadir algunos chismes y opiniones personales de paso.
Yui la escuchaba a medias, no quería ser maleducada, pero saber que la vieja vecina de abajo ya iba en su octavo divorcio no era información que creyera fundamental en su vida. Después de prácticamente media hora de charla, la mujer concluyó en que quería que la castaña le llevara a la señora Lopez un canasto de duraznos.
