孤 独 •39

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Ryu cerró con una mano el maletero, provocando un chirrido que no le gustó mucho. Luego sacó de su bolsillo un pequeño fajo de billetes; era el pago prometido al chofer que había accedido a llevarlo hasta el aeropuerto de Tokio, sin escalas.

Había vendido su auto eléctrico hace cosa de un mes (una lástima, era un buen auto) y lo hizo solo una semana después de haber mandado su carta de renuncia a su anterior empleo (otra lastima, se llevaba bastante bien con su jefe). Ahora iba ligero de maletas; lo único que llevaba era algo de ropa y sus accesorios de oficina, todo lo demás ya debería haber llegado a Estados Unidos para esa hora. Ojeó su reloj de muñeca para asegurarse de que aun iba a tiempo para su vuelo, luego se giró hacia las dos mujeres que lo miraban desde el portón del que ya no sería su hogar.

Otra lastima más, la peor de todas.

Sintió un montón de cosas en el estómago al ver a la más pequeña, con su vestidito de domingo y lazo a juego en el cabello; sentía nervios, culpa, ¿alivio? tristeza, perdida, todo al mismo tiempo.

—Portarte bien y hazle caso a mamá ¿de acuerdo? —besó en la mejilla a la niña. Ella por su parte no le dijo nada, lo único que hizo fue mirarlo con expresión afligida y ojos ligeramente aguados. En ese momento, el en secreto en verdad deseo que ella solo llorara, que se aferrara a él y le pidiera que no la dejara, que se fuesen juntos. Pero obviamente eso nunca iba a pasar. Ella simplemente le dio un abrazo breve y se fue corriendo tras la falda de su madre. 

Fue entonces cuando los ojos de los oficialmente exesposos se conectaron.

—Cuídala, por favor.

S O L E D A D『𝚂𝚊𝚒𝚔𝚒 𝙺𝚞𝚜𝚞𝚘 𝙽𝚘 𝙿𝚜𝚒 𝙽𝚊𝚗 Ψ』Where stories live. Discover now