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Se la había pasado mirando a la entrada por casi una hora. A veces cuando el aburriendo la superaba se entretenía mirando televisión en la sala, o paseando por su habitación, cerciorándose por decimoctava vez que el vestido que había escogido para ese día era el mejor.
Pero al final su atención siempre iba devuelta a la puerta.
Lo estaba esperando.
Para Yui ese día era muy importante, y no era especialmente porque ella esperara un regalo o una fiesta, lo que ella llevaba esperando desde que inició el año hasta ese día de Junio, era a su padre.
El día en el que la más joven de los Watanabe cumplía años su padre ocupaba un poco de su tiempo en ella, cosa que era casi imposible en algún otro día, ya que siempre o estaba trabajando o estaba peleando con su madre por cualquier cosa.
Así que si, ese tiempo en el que Ryu compartía con su hija para la castaña valía oro.
La mayoría de veces eran cosas simples; la llevaba a comer helado en su heladería favorita, a jugar al parque de diversiones, o a cenar en un restaurante. Inclusive a veces su madre los acompañaba, ese era el mejor de los escenarios, ya que ambos adultos ponían todo su esfuerzo para no arruinar el día especial de su hija, y la pequeña podía vivir con ellos esos gratos momentos y simular ser una perfecta familia feliz, aunque fuera solo por un día.
Lastimosamente ese no iba a ser el caso este año.
Sakura había tenido una fuerte pelea con su esposo, por lo que decidió escaparse ese fin de semana con una amiga, y volvería al día siguiente por la noche. La pequeña no pudo objetar nada contra eso, y la mujer pensaba que igualmente su padre la distraería con algo ese día.
Pero, como siempre, ambos no estaban en la misma sintonía.
Como estaban peleados Ryu no sabía que Sakura se había ido de viaje, y como necesitaba atender un problema urgente en su trabajo, con algo de culpa decidió incumplir el pacto con su hija, pensando que al no volver su esposa la entretendría ese día. Después le compraría lo que quisiera para compensarlo.
Así pues, el tiempo pasó, y Yui esperó pacientemente a que su padre volviera del trabajo sentada en el jardín trasero, junto al gran árbol que tenían ahí. Se recostó y miro como las hojas de este caían con lentitud y como poco a poco el cielo celeste se iba tintando de anaranjado, y después empezaba a ser cubierto por el velo oscuro y frio de la noche.
Se entristeció un poco cuando al volver a la sala vio la hora, ¿Cuánto tiempo llevaba esperando? ya era muy tarde para ir al parque de diversiones o ir a comer helado, pero conservaba la esperanza de que aun llegara a tiempo para la cena.
Por lo que siguió esperando, hasta que finalmente solo quedaba faltando una hora para que fuera la media noche, y su séptimo cumpleaños acabase.
"Supongo que tendré que esperar otro año"
Se sentó en el sofá, siendo el crujido de este el único ruido que se escuchó en la casa.
