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Después de escribir su nota del día Yui se llevó a la boca el último pedazo de su sándwich de jamón, tomó de su café, y cerró el libro de forma pensativa.
"Por cuanto tiempo tendré que seguir haciendo esto" Se preguntó mientas acariciaba la portada roja del diario.
En ese momento escuchó un maullido de abajo de la mesa y sintió como algo suave y cálido se restregaba contra sus piernas. Bajó la mirada encontrándose con los brillantes ojos de Koko, quien la estaba mirando con intensidad.
Ambas hicieron una pequeña competencia de miradas. Ojos miel contra ojos azules. Pero finalmente y como siempre, los azules salieron victoriosos.
Yui suspiró.
—Lo sé, lo sé, se me hace tarde, no tienes que recordármelo —ríe.
Curiosamente, el origen tanto de Koko como de su diario, los cuales eran muy especiales en su vida, era compartido, y recaía en una persona aun mas especial: Su abuela.
