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Parte 1
Los amigos de su hija siempre le parecieron raros a Ryu.
No malos amigos, no mocosos problemáticos, no malas influencias; simplemente raros. El tipo de "raro" que te genera una ilusión óptica en medio de la calle; no sabrías explicar por qué te perturba cuando la vez hasta que le pillas la gracia.
—Kusuo, ya es mi turno. —El pequeño rubio agitó con impaciencia el brazo del otro niño sentado bajo el árbol del patio. Pero si su intención era que el pelirosa le pasara la gameboy, pues el otro ni se había dado por enterado.
—Déjalo Touma, habíamos acordado que cada que uno perdía se le cedía el turno al siguiente— intercedió la castaña.
—¡Cambiemos esa regla! Siempre es lo mismo, yo una partida, tu dos y cuando llega a las manos de Kusuo ya no la suelta ¡A este paso se pasará el juego solo!
—Pues no pierdas a la próxima.
—¡No lo hago apropósito! —lloriqueó el rubio.
Yui por su parte parecía ya haber aceptado el hecho de no volver a tocar la gameboy por el resto del día, y había optado por comenzar a saltar la cuerda mientras cantaba:
— ♪Con un chasquido de uña, me llevas a la luna ♬ Con dos más, nos haces levitar ♪ Si pienso en un número, tú lo adivinas ♬ Cuantos psíquicos se necesitan, pa' cambiar una bombilla, uno, dos, tres, cuatro... ♪
