º+º+ - OMEGAVERSE -+º+º
Kim Taehyung, un científico muy inteligente y apuesto, salva a un pequeño lobo de la súbita muerte en su laboratorio. Con la idea de cuidar del cachorro, Taehyung se lo lleva a su lujoso departamento a descansar.
A la mañan...
Simple pero tan llena de significado que provocó un intenso fulgor en mi pecho.
Tomé las manos de Taehyung sonriendo de oreja a oreja y lo guie hasta la cama para acurrucarnos en un fuerte y necesitado abrazo.
Esa noche nos quedamos dormidos de esa forma, desperdigando caricias sutiles y besos tímidos, entregando el cariño que antes nos absteníamos de expresar por miedo al rechazo, pero ya que ahora todo estaba aclarado no hay necesidad de contenerse.
Entre susurros de palabras de amor y caricias suaves caímos dormidos plácidamente.
❄❄❄
- ¿Llevas todo?
- Sí.
- ¿El desayuno de tu amigo también?
- ¡Rayos! – salgo disparado a la cocina a por el tupper de comida para guardarlo en mi mochila – listo, ahora sí ya está todo.
- Muy bien, toma – observé atento como dejaba la llave de su auto sobre mi mano – ve con cuidado ¿sí? Nada de carreras extremas ni cosas peligrosas.
- Claro que no – reí divertido.
- Nos vemos en el almuerzo – sujetó mis mejillas dejando un tierno beso sobre mi frente – que tengas un maravilloso día en la universidad, pequeño.
A diferencia de él, yo me despedí con un beso rápido que lo hizo enrojecer de vergüenza.
- Tú también, Tae-hyung.
Su timidez era notorio, y a la vez comprensible. Tan solo ayer decidimos empezar a salir.
Sin embargo, sé que con el tiempo nos volveremos más cercanos y unidos. No hay prisa por acostumbrarnos a ser una pareja, tenemos todo el tiempo del mundo para ello.
❄❄❄
Después de estacionarme, solté un suspiro nervioso y me armé de valor para ingresar al edificio de mi facultad. Con ayuda de mapas ubicados estratégicamente en muchas paredes, logré dar con mi salón.
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El aula era inmensa, tan gigante que me por un momento me sentí sobrecogido. Los asientos de madera y la baja iluminación por otro lado, lograron calmar mi ansiedad gracias al ambiente cómodo y de tranquilidad que transmitían.
Hoy a comparación de ayer hay muchos más alumnos. Casi mitad de la sala ya ha sido ocupada y los pocos asientos libres que quedan están atrás.
Un chico rubio pasa a mi lado caminando hacia otro que lo recibió con un abrazo antes de indicarle el asiento que le había guardado.
- ¿No sería mejor ir más adelante? Creo que todavía queda espacio en la segunda fila – el rubio apuntó hacia dos asientos delanteros con ganas de correr hacia ellos. Pero justo cuando iba a hacerlo su amigo lo detuvo por la muñeca.
