Tranquilidad

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-Mírame. -pidió Juliana.

Valentina jadeó. Y le hizo caso. Quedaron enlazadas en todos los sentidos.

Una terna de movimientos más y Juliana lo consiguió, los espasmos corrieron de cada cuerpo, la fricción desencadenó un estallido en ambas con un ímpetu fascinante. Sus ojos expresaron ampliamente lo que, hacia la una en la otra, una reacción en cadena que estalló e impidió que Valentina sostuviera la mirada, enterró las uñas en la espalda de su esposa, y sus ojos se cerraron presos del placer, su cabeza hacia atrás se hundió en la almohada y sus caderas buscaron, independientemente más contacto, para alargar o sellar el momento.

Llegar juntas a la cúspide las empujaba a la más altas de las cimas posibles en la escala del placer, del amor, de la entrega y lo valoraban, por ello cada milisegundo les era más preciado que el mismo aire.

Gimió, acompañando los sonidos guturales de Juliana, en las mismas condiciones que ella, sólo que para su escape buscó el cuello de la rubia y lo mordió, el orgasmo le había consumido la consciencia por enfocarse a disfrutar del placer, profundo y atronador para cada una de sus fibras. Valentina gimió de dolor, pero con más placer en su medida. Perdida aun en la ola de calor pasional que solo su esposa conseguía, sin importar las veces.

Juliana sabía explotar las energías de reserva del cuerpo de Valentina y las empleaba de la mejor manera; conocía su cuerpo con exactitud y esa noche sacó provecho de ello.

Unos segundos, o quizás minutos, después, sus cuerpos cayeron casi inertes, Juliana se hizo a un lado de la rubia para no sobrepasar de su soporte físico. Y suspiró. Ambas buscaban respirar con normalidad y que su ritmo cardiaco volviese a la normalidad para hablar; había sido un potente orgasmo que al llegar a ambas a la vez las llevaba a un plano más arriba del placer, era como el momento exacto en que sus almas eran una sola, la sensación era sublime.

Poco a poco iban llegando a la normalidad, allí en la inmensa cama de la habitación que se había convertido en su sitio secreto.

-Me fascina tu idea de tener esta habitación. -se habían escapado allí antes de que finalizara la cena de presentación a la prensa de la nueva película que iba a protagonizar Valentina.

-Aquí, Lanna no te hará ir tras ella. -contestó y rió burlesca.

-Mala -la recriminó con un leve golpe en el brazo que tenía más próximo de la morena-, ni me lo recuerdes creo que las vejigas que me salieron por limpiar la terraza ese día nunca desaparecerán de mi mano... -observó sus palmas con un puchero.

-Dios, qué dramática eres, Carvajal. -ambas sonrieron.

-Dramática es otra -rebatió Valentina-, juré que esta noche iba a quedar sin compañera antes de empezar las grabaciones.

-No hables tonterías.

-¿Tonterías? -refutó- Si las miradas mataran, Esme estaría muchos metros bajo tierra -rio perversamente-, tus hermosos ojos se convirtieron en armas muy afiladas, amor.

-¡Ja! ¡Ja!, y ¡Ja! -Juliana se volteó de lado. Dejando su espalda desnuda a la vista de la rubia. Valentina sonrió, y se incorporó para quedar sobre ella y acariciarla con besos aterciopelados y un vaivén plácido de sus manos.

-Es en serio, corazón -hablaba entre besos- ¿De qué iba eso allá con ella?

-No me gusta tu amiguita. -Juliana apretó su mandíbula, recordando cómo había perdido los estribos, esa no era ella. Pero le venció, Esmeralda le había declarado sin ninguna provisión de vergüenza que iba por Valentina, «!Mi esposa!», recordó y repitió para ella.

-Amor es solo una amiga... -le besó la espalda de nuevo, sabia como manejar a su esposa cuando se molestaba, por celos. Sin embargo, en esta ocasión estaba muy tensa.

Complicity 2Where stories live. Discover now