Palabras

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Unos minutos después Valentina estaba sentada en un sillón cómodo y con la vista perdida hacia los rascacielos de la zona, distendida en sus sentimientos; el dolor estaba presente, no deseaba llorar porque lo que sentía era una impotencia desmedida, pocas veces podía controlar no tener lo que deseaba y no tener al culpable de la muerte de su padre le estaba causando un choque fuerte para sus adentros.

—Toma —Vio ante sí una taza con té y le recibió—. Te sentará mejor.

—¿Cómo haces? —preguntó Valentina.

—¿A qué te refieres?

—Sé que no ha sido fácil para ti, por lo menos en lo que al amor y tu familia se refiere —tomó un sorbo de su té y frunció su entrecejo—. ¿Cómo manejaste en un principio no tener el amor de la persona que querías? ¿Lo de tu mamá?

—Yo... —guardó silencio.

—Lo pregunto, porque... —suspiró profundo—. Porque, estoy tratando de encontrar una salida a este laberinto en el que me encuentro, sé que son situaciones distintas, pero no dejan de ser fuertes, ni la una ni la otra —confesó—. No puedo concebir la manera de asimilar que alguien me quitó a mi padre, la impotencia que siento me está carcomiendo... temo cometer una locura hasta buscar encontrar a quién me arrebató la felicidad, quien me arrancó al ser que más amaba, en ese entonces. —Bajó su mirada, y enmudeció ante el nudo que se le formó en la garganta.

Melissa meditó unos segundos, era difícil tratar el tema; la situación de Valentina no se la deseaba a nadie, menos a ella, por quien sentía cierta afinidad.

—Mi madre me enseñó algo cuando estuvo enferma, casi desahuciada —puntualizó—, que siempre habrá en nuestras vidas eventos que no podremos cambiar, que eran irremediables, y de tres clases: unos naturales, otros causados por terceros y los buscados por nosotros mismos y nuestra capacidad infinita para la idiotez, en algunos casos... —la miró con detenimiento al decir cada una de sus palabras—. Esa es parte de la esencia humana, y que la diferencia está en cómo manejábamos esas situaciones, cómo la enfrentábamos —recordó apaciblemente y luego suspiró cansinamente.

Valentina la miró con atención y en correspondencia decidió sentarse a su lado, también con una taza de té, tomó de él y prosiguió.

» Que nada nos preparaba para enfrentar el dolor, por más fuerte que aparentemos ser o por más situaciones que hayamos vivido; siempre podrán presentarse eventos que nos superen en fuerza...

—Sin duda, a mí me ha tocado una buena porción... de esos en sus tres presentaciones. Como si fuesen en promoción especial para Valentina Carvajal —bromeó con su triste perspectiva.

Melissa negó con su cabeza y precisó recordar una oración que desde entonces acogió: —"Dios, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar... Valor para cambiar las que puedo... y sabiduría para reconocer la diferencia..." —la miró y le sonrió— Fue una de las oraciones que me hizo aprender en ese entonces, no sé qué tan creyente seas, pero serenidad, valor y sabiduría son cualidades esenciales en la vida.

—Es hermosa —sonrió sinceramente repasando mentalmente cada palabra.

—Y muy realista, mil cosas se nos presentan sin poder cambiarlas, otras que sí, ¿qué hacer?, ¿cómo reconocer la diferencia?, he allí el meollo de la cuestión, Carvajal...

—Entiendo.

—Me preguntaste qué hice al perder a quien amaba —le recordó—, simplemente razoné que no podía tenerla, no era para mí y solo la dejé permanecer en un lugar importante en mi corazón, porque para mi alegría, ese maravilloso ser me permitió ser su amiga, y el amor se transformó —explicó con sinceridad. Tomó más de su té y estaba relajada.

Complicity 2Where stories live. Discover now