Ultimátum

6K 530 272
                                    


Al día siguiente, cerca de mediodía, Juliana abandonó su avión. Alirio la esperaba, le abrió la puerta de la camioneta estacionada en el hangar, y luego se fue por las maletas.

—¿Puedo saber por qué no me has atendido las llamadas? –fue el reclamo que escuchó apenas entró al vehículo.

Juliana sonrío al percatarse de la presencia de su esposa, la extrañaba a raudales. Se acercó a ella y la besó apasionadamente, ciertamente ver a una Valentina enojada la excitaba de sobremanera, pero aunado al hecho de todo lo que lo que la había extrañado por más de dos días, la tenía al borde, todo en su conjunto la hizo reaccionar desesperadamente.

Valentina se abandonó al beso, su esposa estaba expresando exactamente las mismas ganas que tenía ella de verla, y dejó que su furia poco a poco se desvaneciera, hasta el punto de olvidar donde comenzó con desesperación a quitarle la chaqueta a su esposa, necesitaba sentir su piel, separaban el besó solo para tomar aire, tiempo que usaban para halar o morder de los labios de la otra. Sin desperdicio alguno, el beso se extendió y subió de tono rápidamente.

Luego de unos minutos Valentina estaba sentada a horcajadas sobre el regazo de su esposa, quien estaba estrujando como podía el trasero de su esposa, quien a su vez tenía los senos de la morena en sus manos, sacándole gemidos adicionales al acariciar sus pezones.

Luego de unos minutos Valentina estaba sentada a horcajadas sobre el regazo de su esposa, quien estaba estrujando como podía el trasero de su esposa, quien a su vez tenía los senos de la morena en sus manos, sacándole gemidos adicionales al acaric...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La alarma de la puerta sonó.

—¡Joder! –exaltó Valentina volviendo rápidamente a su puesto y recuperando el aire que le había quitado su esposa.

—Señoras, ¿necesitan ir a algún lugar distinto a su casa? –preguntaba un distraído Alirio mientras subía el equipaje de su jefa.

—¡No! Directo a casa por favor. –respondió la morena, con algo de dificultad, pero con sonidos claros y entendibles, se esforzó.

Miró a Valentina mientras acomodaba su blusa. —¡Buenos días mi amor! –le dio un beso a la rubia, que fue recapitulando en la situación.

—Juliana Valdés. No creas que se me ha olvidado... -espetó ya más clamada y con tintes de seriedad.

—Me fue bien en el vuelo, gracias. –respondió socarronamente, la sonrisa no se le borraba y astutamente llevó su mano en dirección a la entrepierna de la rubia.

Valentina reaccionó rápidamente y la detuvo, antes de que "casualmente" la colocará en su zona más íntima, sabía sus intenciones. Sus manos quedaron al nivel de su ingle izquierdo. Apretó la mano y le preguntó:

—No Juliana –fingió acritud–. ¿Qué sucedió? –cuestionó severamente, pero terminó aflojando su mirada hacia la morena, estaba derretida. Le sonrió suavemente.

—Bonita, sabes que LA me aturde... –exhaló sonoramente–, ese viaje lo pospuse demasiado tiempo, y estaba literalmente agobiada. No pude respirar. –la tranquilidad de su respuesta no le gustó a Valentina, sintió como si no le hubiese afectado no saber de ella.

Complicity 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora