Control

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—¡No! –su respuesta fue inmediata

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—¡No! –su respuesta fue inmediata.

—¿No?

—No, eso no pasó de un par de besos... no pude pasar de allí. Te lo juro, también lo lamento mucho. –aseguró vehementemente.

—¿Cómo puedo creerte? ¡¿Estabas sola?! –gritó– Prácticamente me ignoraste por cuatro meses, tiempo en el que me pude recuperar para irte a buscar, tiempo en el que sólo te limitaste a ver a tu hija si Silvina o Camila te la podían llevar... –le reprochó con una mirada de dolor– No te importaba nada de mí... No tenías ningún tipo de compromiso... ¿no? –dijo con ironía, el ambiente se tornó tenso, la molestia de contener su ira le estaba socavando.

—Juls, quiero ser totalmente honesta contigo, debes creerme. No intimé con ella...

—Vivía en tu casa Val... No me quieras ver la cara. –le recriminó con desdén.

—Te lo juro –rogó–. Ella llegó a mi casa, estaba mal porque le confesó a su familia que era lesbiana y dejó a su pareja, luego él la amenazó con contarle a la prensa abruptamente; ella optó por darle su apartamento como un acuerdo de confidencialidad, mientras que ella le conseguía un papel con la productora a la que le ha trabajado. La chantajeó.

—Vaya... qué mártir. –resopló.

—Es la verdad, ella estaba muy mal, fue mi oportunidad de darle mi apoyo, como ella lo hizo conmigo. –explicó con sinceridad.

Juliana se levantó y caminó hacia su escritorio.

—Es mi amiga –prosiguió–, sólo le brindé mi apoyo. Lamento que se haya enamorado de mí, y mucho más haberle dado esperanzas, fue un grave error. –le explicó y guardó silencio, la morena estaba de espaladas a ella, aun en el escritorio, Valentina estaba esperando que explotara en cualquier momento.

—¿Ella sabe lo del divorcio...? –finalmente habló, luego de unos segundos en silencio en los que meditó su accionar.

—Sí... –pasó saliva– Ella me ayudó, mi abogado es su primo.

«Saliste más astuta de lo que pensé...», rezongó mentalmente, mientras sacaba un sobre de su escritorio. —Entonces ella te ayudó a tomar la decisión... –dedujo.

—No Juls, no. No soy una niña, yo tomo mis propias decisiones. –esas palabras fueron el detonante.

Juliana dejó lo que estaba haciendo y la miró con coraje. —¡¿Tus propias decisiones?! –le gritó– ¡¿SABES LO QUE SIGNIFICA ESO?! –volvió a gritar con mayor intensidad, apretó sus puños y caminó para quedar casi al frente de su esposa quien quedó completamente muda y expuesta ante la explosión de la morena.

 —¡¿Tus propias decisiones?! –le gritó– ¡¿SABES LO QUE SIGNIFICA ESO?! –volvió a gritar con mayor intensidad, apretó sus puños y caminó para quedar casi al frente de su esposa quien quedó completamente muda y expuesta ante la explosión de la morena

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