-Yo también lo he hecho. – confeso sonrojándose más y bajando la vista.

Mordí mi labio inferior para esconder la satisfacción que me causaba escucharla. Dios, si alguien me hubiera dicho que esto se sentía como tocar el cielo, entonces lo hubiera intentado desde hace mucho. ¡Idiota! me reprimí mentalmente. Ninguno de nosotros podría haberlo conocido si siguiéramos ahí dentro.

-¡Te amo, Agnes Ross! – volví a decir con toda la sinceridad del mundo.

Me miro de una forma tan maravillosa que todo mi interior se hizo trizas. Como si tuviera un montón de polillas de mierda jodiendo por querer salir al exterior. El solo pensarlo sonaba asqueroso, pero ahora mismo no le di importancia a mis sensaciones en el cuerpo y me aventure a experimentar por mí mismo.

Me acerque lento y plante mis labios en los suyos para mantener el simple contacto como hace un rato. Nos habíamos besado millones de veces antes, solo el contacto de nuestros labios, nada diferente, pero no habíamos llegado a más, tenía temor a aterrarla.

De poco a poco comencé a acariciar su boca con mi lengua y fue como ella me dejo proceder. Solo eso y las emociones volvieron a tomar el control en mí cuerpo. Estaba ansioso por probar su boca.

Al sentir su lengua presionar en la mía, en como mordisqueaba un poco mis labios y en su respiración agitada de esa manera irregular, me despertó nuevas emociones. Un segundo después ya la había pegado a mi cuerpo y mis manos comenzaban a descender a su cintura. Ninguno de los dos se detuvo.

Sediento por más y lleno de esa energía reavivante, tengo que aceptar que fue vergonzoso la primera vez, pero mi entre pierna comenzó a vibrar de una manera desconocida. Agnes se despegó de golpe de mis labios y me miro a los ojos atónita. Maldije interiormente a mi estúpida testosterona masculina y resople frustrado.

-¡Ah… yo…! – intento decir.

No pude hacer más que comenzar a dar vueltas e intentar tranquilizarme. A pesar de que el aire parecía más asfixiarme de lo normal, me abrace a mis brazos como si me faltara calor.

No es que no tuviera el conocimiento, la Fortaleza se encargó de instruirnos. Ese lugar se había dedicado a crearnos con esos conocimientos a pesar de no poder expresarlos libremente.

 Los humanos modificados eran creados con un nivel de coeficiente más desarrollado. Puedo decir que a comparación de un adolescente normal, nosotros estábamos todavía más instruidos. Anatomía, física, biología  y otras materias nos fueron impartidas debido a que Russell requería a un humano modificado que tuviera mejor razonamiento.

-Lo siento. – logre decir avergonzado sin poder mirarla. Ya habíamos tomado nuevamente algo de distancia. Le escuche ahogar una risita y levante la vista. – En mi defensa… puedo decir que mi cuerpo humano es el que reacciona de esta manera.

-¿Eso quiere decir que soy deseable? – pregunto ella intentando ahogar una sonrisa. Yo fruncí el ceño ante eso. ¿Deseable? ¡Demonios! claro que lo era, pensé.

-Supongo. – dije encogiéndome de hombros, todavía desconcertado. ¿Qué era lo que le causaba tanta gracia? ¿Mi situación?

-¿Supones? – contrataco con diversión.

La temperatura aumentaba considerablemente y creo que mi rostro lo dejaba muy en claro. Nunca había experimentado este tipo de cosas aun teniendo la edad de diecisiete años, y era lo más vergonzoso que había vivido hasta ahora que tenía mi memoria intacta.

Pensé en cambiar el tema, en pedirle que olvidara el penoso incidente, pero por mucho que no me gustara ser el centro de las burlas, todo esto lo había causado.

Return (en edición)Where stories live. Discover now