Capitulo 8.

1.2K 82 13
                                    

Me desperté de golpe, agitado hasta el infierno y con sudor en todo el cuerpo. Después de recuperarme del sueño, todo volvía a la realidad. Paredes insípidas, olor esterilizado, el sonido irritante de mi ritmo cardiaco que indicaba que seguía conectado a ese molesto aparato. Ya no llevaba puesta la máscara que cubría mi boca y nariz, solo las intravenosas que se adherían a mi antebrazo.

El recuerdo de nuestro primer escape había sido un sueño. Suspire resignado ante la idea de que ella ya no se encontraba conmigo, que si no se encontraba en una de las tantas habitaciones del lugar, el idiota de su amigo había cumplido en sacarla. 

Intente forzar a mi cabeza a recordar que era lo que me había sucedido. Pero nada. ¿Por qué habría despertado de esa forma? 

Un suspiro me saco de mi inútil búsqueda por encontrar respuestas en mi cerebro, a lo que gire mi cabeza de inmediato para buscar a quien fuese el que estaba aquí.

-Menos mal que despiertas. Por un momento creí que no lo lograrías. – él estaba aquí y en mi interior se fundió el desprecio inevitable. -Tengo que decirte que me diste un susto de muerte. – hablo el bastardo.

-¿Qué demonios quieres? – pregunte con cólera. Este negó, pero se quedó buscando una respuesta.

-Me preocupo por ti. ¿Acaso no puedo? – pregunto Russell con una expresión totalmente diferente a la de siempre.

-¡Cállate! No eres más que un egoísta, maldito mal nacido. – le solté.

Se quedó mirándome firmemente, como si lo dicho por mi le impresionara de un modo. Luego se levantó de su asiento y comenzó a andar por la habitación en silencio. 

No pude evitar dar un vistazo al hombre frente a mí. Su cabello castaños se mezclaba con un poco de gris plata que le hacían ver viejo. Sus ojos gris tenia cierto parecido con los míos, y lamentablemente en apariencia, no había duda que había un lazo. Era casi tan alto como yo y, su semblante a pesar de parecer acabado, también dejaba ver fortaleza. Me sulfuraba tanto nuestro parecido. 

Si hubiera podido lanzarme y golpearlo hasta el cansancio, lo haría, pero estaba extrañamente débil y dudaba que pudiera poner si quiera un pie fuera de la plataforma.

-Si me comprendieras un poco, creo que entenderías las cosas. – agrego en respuesta, dándome la espalda.

-¡¿Comprenderte?! – pregunte técnicamente gritando. – Experimentaste con tu propia sangre y eso no te detuvo. ¿Y ahora pides comprensión?

Estaba rabioso, tanto que los temblores en mi cuerpo se sentían como su mi alma fuera a salirse en cualquier momento y pidiera golpearlo hasta el cansancio. 

Conversar con Russell jamás había tenido un lugar en mis necesidades, y las pocas veces que se había atrevido a hacerlo, siempre hablaba de su estúpida visión de poder insaciable. Lo odiaba tanto que incluso escuchar su voz me exaltaba. 

Rememore el cómo me había enterado de su existencia.

Desde que habíamos salido de aquí la primera vez, no nos detuvimos hasta estar seguros de que estaríamos lejos de ser encontrados. Al inicio era incomodo convivir. Ninguno de los dos estaba familiarizado con ello. Mi idea era sacarla a ella de la Fortaleza, pero cuando William había sugerido que escapara de ahí, no lo dude ni un segundo.

Semanas después, Agnes quería volver, pero a rescatar a las personas que eran como nosotros: los modificados genéticamente. 

Al inicio yo me negué en rotundo. La sola idea me aterraba. Regresar ahí era una de mis pesadillas constantes, y no entendía porque razón había llegado a esa conclusión. El tema no se tocó en algún tiempo. 

Return (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora