Capitulo 40

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Decidimos iniciar el viaje la mañana siguiente. Durante el resto del día no había tenido noticia alguna de Agnes, justo hasta esa noche que decidí salir al bosque. Cuando me dirigía hacia el boquete oculto, una silueta en la oscuridad permanecía frente a él, causando que el pasmo me surgiera cuando al acercarme, confirmara su imagen. Me volví tieso y nervioso.

Parecía un tanto sorprendida cuando se volvió ante el sonido de mis pasos, ya que su expresión era desconcierto puro. Yo no tenía idea de cómo demonios me mantenía de pie como un mástil si lo que más deseaba era arrojarme a abrazarle.

Después de varios segundos, ella fue quien rompió el hielo diciendo...

-Escuche que lo hiciste bien.

El ceño en mi frente reapareció por el impacto de su "bienvenida". No lograba comprender el momento en el que habían desaparecido las cenizas del último encuentro. Juraba que le había escuchado decir que aun sentía cosas por mí, más ahora parecía bastante distante a pesar de aquello. No concilie formar ninguna respuesta.

-Fuiste tú quien consiguió el armamento, ¿no es así?

Un nudo amargo en la garganta me impedía tragar. En fracciones se disipaba la poca cercanía que habíamos creado hace días y volvía a establecer la cerca entre nosotros.

Cerre los puños de impotencia y me abstuve de soltar lo que me recorría el ser en ese momento, quizá estaba sacando conclusiones muy apresuradas y lo que menos deseaba era arruinar aquello. El silencio incomodo se instaló y desee romperlo en ese mismo instante tomándola del rostro y besándole tan fuerte que su agitación se acelerara por mi arrebato, sin embargo no me atreví.

La inconstante visión de Agnes se posaba y apartaba en mis ojos cada vez menos y solo eran milésimas las que lograba prenderse en mí. Intente por no asediarla, aunque lo que exigían mis ojos no fuera solo lo que había asegurado ella: una respuesta.

Ignorando el hecho de que los reproches me desbordaban, torne por un tema que fuera todo lo contrario a mi desesperación.

-¿Y quién te lo ha dicho? – susurre la pregunta.

No hubo respuesta y otro silencio incomodo volvió a distanciarnos todavía más. Me temía que si no era yo quien rememorara el tema, Agnes ni siquiera lo retomaría.

-Lo debiste de haber escuchado de él. – lo último brotó con algo de desprecio.

El tensar de su expresión confirmo lo que había dicho y odie a ese bastardo tan solo por seguir respirando. A pesar de parecer incomoda, siguió adelante.

-Escuche que además de sacar el armamento, lograste salvarle la vida a dos de los nuestros, junto con una agente de la Justicia.

Todo lo que me pasaba por la mente era solamente en lo molesto que comenzaba a resultar todo esto. En lo frustrado que me ponía no obtener lo que deseaba.

¿A qué se debida tan gélido comportamiento? ¿Había llegado a una conclusión? ¿La respuesta era negativa?

-¿Tanto te interesa? – un arrebato de impaciencia me embargo.

La impresión le cruzo el semblante y su entrecejo se volvió pesado, más inexplicablemente no era por arremeter, ya que simplemente y casi de inmediato, lo aclaro obviándolo.

-¿Confías tanto en ella? Acaba de salir de ese lugar. – su argumento me volvió más confuso todavía. – ¿No te preocupa el que te juegue una emboscada? ¿Qué termine llevándote justo a Russell? ¿No te parece bastante sospechoso que quiera que solo tú la acompañes a esa "excursión" desconocida?

Return (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora