Capitulo 42

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Como era de esperarse, tuve que deslindarme del episodio y salirme del lugar lo más pronto que pude, agradecí el que Emma desistiera y no me siguiera, para así seguir encargándome de subir el armamento con toda la calma. Después de eso, solo cruzamos unas cuantas palabras y acordamos en que ella manejaría la camioneta con las municiones y yo la escoltaría desde mi motocicleta hasta la Guarida. Incomodo había sido poco, ese tipo de situaciones me costaban demasiado tocar, más algo más me atormentaba sobremanera...

¿Por qué demonios no había podido responderle negativamente cuando me cuestiono aquello?

Tome las ultimas bolsas con municiones y las subí a la camioneta, fue entonces que su presencia tras mío me desconcertó.

-Iré a despedirme de Max. – comunico y yo asentí evadiendo su mirada.

-Yo me adelantare a revisar los alrededores. – cuando estuve a punto de dar la vuelta, ella dijo...

-No tienes por qué ponerte extraño, ¿sabes? No estoy acostumbrada a que la gente me rechace, pero puedo soportarlo. Mi padre siempre me enseñó a no dejarme derrumbar por nada nunca.

Sus palabras eran muy sosiegas e indiferentes. Realmente me sorprendía no verle afectada de algún modo y aquello me tranquilizo. Creo que el más afectado aquí era yo, ya que algo había causado y no tenía idea de qué demonios estaba pasando conmigo.

-Es mejor que nos marchemos ahora que ha oscurecido. – evadí, a lo que ella solo asintió resignada.

Anduve por avenidas y calles, trace una vía de regreso a la Guarida y cuando ella estuvo arriba de la camioneta, le di instrucciones. Por momentos la notaba más hastía que antes, más era de esperarse. El recorrido duro otras tantas horas y, ahora, estando en la soledad de mi espacio, me proporcionaba tiempo para poder estar a distancia de todo. Me dejaba cavilar con claridad en todos los sucesos y tomar una decisión más razonable.

Primeramente había aceptado mi culpa en la discusión con Agnes. Lo que haría al llegar seria buscarla y admitir mi error. Quizá ella me rechazaría o me mandaría lejos por su orgullo pisoteado, más le entendía, mi comportamiento había sido el más idiota.

Llegamos a la Guarida, no hubo complicaciones en el camino porque estaba igual de pendiente que siempre. Tal parece que la Justicia había desistido en la búsqueda de su hombre muerto, Carvin. A pesar de ello, él se encargaba muy bien de tener vigilada la zona para evitar que ellos nos encontraran. Le había costado demasiado formar la Guarida y no estaba dispuesto a que eso lo detuviera en su objetivo.

Carvin estaba firme en la entrada para cuando estacionamos los vehículos en el acceso del lugar. Todo parecía igual, no había novedades. Yo fui el primero en bajar de la moto y dirigirme hacia él para darle santo y seña de como habíamos obtenido el armamento.

-¿Pudieron solucionarlo? – cuestiono con afán.

-Todo lo que tenía está en la camioneta. No es el suficiente, pero servirá de algo.

-No importa, será de gran ayuda. – luego agrego – ¿El sujeto es una amenaza para la Guarida? ¿Crees que pueda delatarnos?

-No. Es un anciano, apenas puede mantenerse de pie y dudo que quiera causarle problemas a Emma.

-Bien.

Después hubo un silencio prolongado y deduje que era todo, que igual y era poco de mi agrado desde hace días y por su parte él seguía empeñado en no aceptar sus errores. Comencé por partir de ahí, pero algo me hizo pensar que sabría la ubicación de ella.

Return (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora