Capitulo 3.

2K 110 28
                                    

Me pase los últimos minutos suscitado exactamente lo que había sucedido anteriormente antes de caer en este estado desconocido. Seguía con la sensación de estar despierto. Además, podía escuchar claramente el sonido de aquella molesta alerta que la Fortaleza tenía como detector de problemas.

Por más que me forzaba a regresar a la vida, lo que había introducido el bastardo en mí, tenía más peso de lo que me esperaba. ¿Acaso habría sido un somnífero? ¿Un sedante?

Una voz me saco de mis pensamientos. Esa voz que inmediatamente reconocí al instante que gritaba mi nombre. Todo en mí se encendió como si se tratara de un motor y ella pudiera hacerme volver a la vida. Pero no fue así. No podía regresar de este nebuloso estado.

La escuche llamarme de nuevo, pero algo me impedía no poder ver más allá de esta oscuridad. Había algo en su voz, como si estuviera tratando desesperadamente de atraer mi atención. Le hice saber que la escuchaba, que lograba oírla perfectamente, sin embargo, ella no contesto de vuelta.

Algo en todo esto me causaba una incertidumbre enorme. ¿Sería esto una pesadilla? ¿Agnes realmente estará muerta? ¿Russell realmente la habrá matado? ¿Este será otro de sus trucos mentales?

Luego de eso, caí en la cuenta de que era lo más probable. Ese mal nacido siempre iba intentar salirse con la suya. Si ella seguía con vida, él iba a tratar de hacerme creer lo contrario, y solo para manejarme a su antojo. Ya no estaba seguro de que era real ahora y que no.

Solo de recordar aquella escena, una rabia se prolongaba dentro de mí, acrecentándose descontroladamente y removiendo con totalidad mis sentidos. Le grite que se detuviera, que se alejara, pero su voz seguía y seguía tratando de atormentarme y hacerme oscilar. 

“Soy yo Tyler, Agnes.” Intento una vez más con un tono de voz que parecía más como una súplica. Estaba en una lucha constante en si creer en esa voz, o convencerme de que Russell estaba tratando de hacerme caer.

Un maldito barullo se produjo en mi cabeza, haciendo que el dolor y las punzadas se convirtieran en voraces martilleos que difícilmente podía tolerar. Y de pronto, todo se desvaneció. El ruido desapareció en un instante.

Dos estruendosos sonidos me sobresaltaron. Habían sonado como disparos de arma, pero con este maldito dolor de cabeza no me dejaba comprender con claridad. Un dolor sordo se prolongaba en mí.  Lo único que ahora mis tímpanos alcanzaba a escuchar, era mí ritmo cardiaco debilitándose. Y eso fue lo último que sentí pues volví a desvanecer…

La luz y la tranquilidad me invadieron. Esta sensación tan pacifica era imposible no dejarse llevar por ella. La ligereza con la que mi mente y mi cuerpo se salvaguardaban, surtían un efecto cálido y acogedor que no había necesidad de explicar, pero ¿Qué era este lugar y porque me sentía de esta manera?

Las últimas memorias  de su voz me habían dejado algo perturbado, pero este lugar hacia que todas aquellas preocupaciones se despejaran un poco, trayéndome en una especie de serenidad total.

Era perfecto. Sentir la tranquilidad desvanecer de un solo golpe no era fácil para nadie, ni siquiera el hombre más sereno sobre la tierra. Y así como así, algo  termino con todo mi sosiego, pues la calma me fue arrebatada de golpe, para después regresar todo ese dolor físico y mental el cual no lograba comprender. ¿Que podría haber sucedido? 

Cuando intente abrir los ojos, la luz cegadora del lugar me molesto al instante. Conforme me acostumbraba, la habitación era cada vez más visible y reconocida. Seguía en la Fortaleza.

Un sonido constante fue lo primero que llamo la atención. Al lado de la plataforma donde me encontraba recostado, una máquina que parecía bombear al compás de mi respiración, fue lo  primero que note. Luego de reconocer el aparato, vi como una especie de manguera se conectada a una mascarilla que cubría mi nariz y boca. El respirador artificial me estaba ayudando a oxigenar mis pulmones.

Return (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora