-No lo creo de ese modo.

-No recordarías nada de tu pasado, despertarías como lo habías hecho las últimas veces ahí dentro, pero saldrías adelante, con una vida normal y sin complicaciones. Si te haces pasar por una humana común, estoy seguro que ellos no se percatarían de que sigues con vida. Tal vez podrías tener amigos, gente que a lo largo del tiempo te ayude a continuar. Pero conmigo… - la voz me fallaba y me aclare la garganta ante el simple pensamiento de nosotros lejos. - Siempre estarás en riesgo conmigo.

-¿Y qué te hace pensar que te olvidare? – pregunto ella y vi como sus ojos se cristalizaban de nuevo.

-Lo harás. Incluso aunque me postrara frente a ti y te haga saber quién soy, ni siquiera me recordarías. – respondí con pesar.

-No quiero que lo hagas. – note que ya había derramado unas lágrimas y su pecho se veía agitado. – Tienes que respetar lo que he decidido ¿entendiste? No sé si lograría perdonarte si lo hicieras.

Y con eso, ella me confirmaba que a pesar de que hace unos minutos me dijo que me aceptaría una y mil veces, si había algo que no me perdonaría después de todo. Asentí resignado.

-Bien, no lo hare. – acepte finalmente. Ella seguía gimiendo y temblando, como si estuviera a punto de perder la cordura. Su semblante me decía que no confiaba en mis palabras.

-Júralo. Júrame que no lo harás. – insistió con desespero. Tome unos segundos en responderle.

-Lo juro.

Su cara se contrajo, pero de la manera en la que solía descargarse con más llanto. Me destrozaba verle llorar por mí culpa. Me acerque rápidamente y la tome del rostro para tranquilizarla. Su respiración estaba tan agitada que note que el oxígeno le faltaba cuando se ponía de este modo.

-Juro que no lo hare mientras estés a salvo a mi lado. – le afirme una vez más en un susurro mientras la estrechaba en mi pecho y le acariciaba la cabeza.

Duro unos cuantos minutos recomponerse, pero las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos.

-Tengo mucho miedo, Tyler. – agrego en voz baja, apoyada en mi pecho y forzándose a mí.  

-Tranquila, no dejare que te hagan daño.

-No es eso lo que me tiene angustiada, es por lo que te llegue a pasar a ti. – dijo y me congele ante sus palabras.

-Eso no va a suceder. No dejare que nadie lo haga, lo prometo.

Un suspiro volvió a abandonar su cuerpo. ¿Yo era tan importante, como lo era ella para mí?  ¿Desde cuándo habrá sucedido esto? ¿A caso tenía el mismo problema obsesivo por cuidarme como yo lo tenía por ella? ¿Debería preguntarle sus sentimientos?

Cuando deje mis dudas de lado, su respiración ya se había tranquilizado y pude notar que había cerrado los ojos.

-¿Estas cansada? – pregunte ante su repentina calma.

-Algo. ¿Por qué? ¿A dónde iremos? – regreso su cabeza hacia arriba y me miro. Sus mejillas se habían puesto de ese tono de rosado que le lucían tan bien, que no pude resistirme a pasar mis nudillos por ellas.

-A ninguna parte en especial. – dije mientras examinaba el camino que tomaban mis caricias. Sus  labios, barbilla, cuello. – Te extrañaba tanto.

Las palabras salieron de mi garganta como si nada. Me pasme por unos segundos y luego continúe mi acción. Ella pudo sonreír un poco por mi notorio espasmo.

Return (en edición)Where stories live. Discover now