Capítulo 35 - Isak y Even un viernes por la noche

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Eduardo mordía su labio inferior, sus piernas temblaban y su piel se mantenía fría, él jugaba con las llaves de su camioneta mientras esperaba que Lautaro apareciera en el estacionamiento de un parque, eran las nueve de la noche, tarde, Lau venía desde la estación de policía.

Edu recorrió el parque, tomó asiento en unos de los columpios y Lau apareció entre la niebla, lo vio y se quedó a su lado, el pelinegro le sonrió y Lau sintió que su momento había terminado.

—Lo siento —dijo Lautaro —Sé que vas a terminar conmigo, pero antes que digas algo solo quiero que sepas que en serio, en serio estoy muy arrepentido de haber bebido esa noche y...

—¿Qué dices? —preguntó Edu confundido —Lau, no voy a terminar contigo.

—¿Ah no?

—¡No! —rió —¿Por qué creíste algo así?

—Tu mensaje me dio a entender que estaba en problemas —el rubio con una mirada algo perdida, humedeció sus labios y Eduardo sonrió sintiendo una calidez al notar la preocupación que sentía el chico.

—Lo siento —soltó con una carcajada —te escribí ese mensaje antes de quedarme dormido, supongo que al no haberte enviado emoticones fracasé.

—Si, casi me da un ataque, estuve cerca de usar el inhalador tuyo que llevo por emergencia —Edu le tomó la mano al chico, ambos se balancearon con lentitud por los columpios hasta que el pelinegro recordó para que le había pedido al chico verse.

—Lautaro yo... sí quería hablar contigo por lo que pasó el fin de semana.

—¿Es por lo que hice?

—Es importante —exhaló Edu —Y entiendo si tu ya no quisieras estar conmigo después de que te lo diga...

—No entiendo —dijo Lau con una velocidad lenta al hablar.

—¿Recuerdas la noche de aniversario? Estuvimos juntos, vivos los fuegos artificiales y todo eso —Lau asintió —Esa era la primera vez que iba a la celebración del aniversario, la última vez que había ido fue hace unos seis años, con Josefina y mis Padres —Edu había narrado de mil formas su historia en la mente antes de que Lautaro apareciera, y aun que ya se lo había contado todo a su Padre antes, seguía perdiendo el control de la situación, sin saber cómo continuar después de cada palabra —Te voy a hacer un resumen porque es muy fuerte para mí recordar otra vez —Lau asintió asustado —Fui a una fiesta, estaba solo, bebí algo que me ofreció un chico de unos 17 años, me sentí mal y él dijo que... que me iba ayudar —Eduardo bajó la mirada y solo se enfocaba en sus zapatos, no quería ver la expresión de Lautaro —Me encerró en un cuarto, no podía moverme, y... creo que, ya sabrás lo que hizo.

—¿Qué...? —dijo cuando una lágrima cayó por su mejilla —Eduardo, no, claro que no, eso... por favor dime que es broma ¿Si?

—No es broma, ojalá lo fuera Lau pero... cada vez que puedo hacer algo contigo, mi mente se bloquea, me recuerda lo que me pasó y yo...

—Edu —Lautaro se levantó del columpio para arrodillarse frente al pelinegro sin importar ensuciarse las rodillas del uniforme —¿Quién fue? ¿Sabes quién es?

—No lo sé, no lo recuerdo, lo que me dio para beber fue muy fuerte; yo solo me quedé inmóvil en la cama por mucho tiempo, hasta que poco a poco recuperé la movilidad de mi cuerpo, salí de allí y regresé a casa. Solo mi Padre sabe lo que sucedió, y ahora tú —Lau se levantó, abrazó al chico y Eduardo soltó algunas lágrimas al ver que el rubio no había huido —Lo siento si te hice sentir mal, pero voy a hablar de esto con mi psicólogo, necesito trabajar la idea de que lo pasado ya fue, que no estoy allí, que estoy contigo y nada malo va a pasarme.

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