Prólogo

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El cielo aún reflejaba algunos cicatrices que habían dejado los fuegos artificiales, el pelinegro bajó la mirada mientras sus tenis pisaban despreocupadamente el césped del antejardín, en su rostro quedaban atrapadas algunas gotas de agua que soltaban los roseadores, quienes se activaban automáticamente a las una de la mañana.

El chico movió la puerta de entrada con mucha delicadeza, preocupado de no hacer ruido alguno. Subió lentamente las escaleras y con su sudadera se borró el montón de lágrimas que escondían sus mejillas.

El chico tomó algo de ropa limpia y bajó nuevamente al primer piso de su casa, el baño de su cuarto había tenido una falla en las tuberías por lo cual debía usar el baño de invitados.

Dejando la ropa limpia en el suelo y sin quitarse los tenis de sus pies, abrió la regadera, el agua demoró en calentar, por lo que de un comienzo solo sintió frío en su cuerpo.

El agua que caía se mezcló con las lágrimas que soltaba, llorando y tratando de ahogar los sollozos fue que estuvo casi media hora en la ducha, con toda la ropa mojada casi pegada a su cuerpo.

Una vez que llegó un poco la calma, fue que con valentía se quitó la ropa, se limpió de la mejor forma, tomó la toalla color azul que había y la usó para secarse, al ponerse la ropa seca y verse en el espejo notó que tenía algunos moretones en los brazos, tendría que usar sudaderas y chaquetas por algunos días.

Saliendo del baño y caminando con calma, fue cuando levantó la mirada y la juntó con su Padre, quien dejaba su maletín sobre la mesa y soltaba un bostezo.

—Hola —dijo el mayor —¿Por... por qué vienes saliendo de la ducha a las 2 de la mañana?

—Acabo de llegar —dijo en un susurro —¿Vienes del festival?

—No, pasé a mi oficina por unos papeles después de dejar a Tadeo y tu Madre en casa —su Padre levantó los hombros con resignación, el chico asintió y se acercó a la escalera, llegó hasta el cuarto escalón cuando su Padre le llamó.

—Eduardo, ¿Todo bien? —El chico se quedó en silencio, mirando el vacío y soltando una lágrima de tristeza —¿Eduardo?

—Si —respondió de inmediato —Todo bien.

—Si —respondió de inmediato —Todo bien

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