Capítulo 29 - Túnel

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Eduardo lanzaba al suelo su botella de la bebida energética color naranja que bebía mientras Galia iba por su quinta cerveza y Josefina ya había perdido la cuenta.

—O sea... ¿Con que cara viene a decirme que me quiere? Lo odio, lo odio, lo odio —Eduardo lanzaba la última almohada que le quedaba de su cama y Josefina reía.

—Ha sido todo tan raro —señaló Josefina.

—Exacto —dijo Galia moviendo exageradamente la mandíbula por culpa del alcohol —Lautaro hablaba de ti, todo el tiempo —dijo con énfasis —¿Qué hizo Marcos para lograr conquistarlo? ¡Ni siquiera conmigo Lau fue tan rápido!

—Le gusta —dijo Eduardo, cayendo de espaldas a su cama y cerrando los ojos mientras ya eran casi las cuatro de la mañana —Le gusta y tengo que aceptarlo, joder lo he perdido.

—Claro que no, no, no, me niego, no —respondió la pelirroja enojada —Acá hay gato encerrado.

—Hay rata encerrada —rió Josefina —Una rata rubia sucia, asquerosa, y venenosa.

—No es justo —dijo Edu, soltando un par de lágrimas —Primera vez que estoy tan enamorado de un chico, y este viene y besa a alguien más frente a mí, joder ya escriban un libro de mi vida.

—Vamos a solucionar esto —dijo Jose —Tranquilo.

—No —señaló Edu decidido —Se acabó el depender de un chico, se acabó Lautaro para siempre, si él quiere meterse con el venenoso, que lo haga, ya no importa; pero que Marcos no se me acerque más, cuando lo vea en mi Universidad otra vez yo mismo le patearé el culo.

—¿Tu Uni... uni... uni... Universidad? —dijo Galia entre eructos —¿Cuándo? —Eduardo le explicó todo lo sucedido y Galia aún estando ebria entendía todo, ¿Cómo es que Marcos había llegado a ese lugar? ella lo averiguaría.

Mientras tanto en el primer piso de la casa, la Madre de Edu hizo levantar a su esposo para ver si el pelinegro había llegado a casa. Jonathan se frotó los ojos y se levantó, pasó a la cocina por un vaso de agua y lo fue bebiendo mientras subía las escaleras.

—¿Edu llegaste a casa? —el chico no respondió —Voy a pasar —abrió la puerta, y allí estaba, durmiendo con Galia a su izquierda y Josefina en la derecha.

—Debo aún... aún estar dormido.

Jonathan regresó a su cuarto, pensando en que era un sueño y que quizás debía dormirse para despertarse.

Mucho antes de eso, cuando Galia aún conducía a casa de Eduardo para hacerle compañía, Mckay corrió tras Lautaro y lo alcanzó a mitad de camino.

—Hey viejo, ¿Qué sucedió? ¿Por qué besaste a Marcos? Creí que te gustaba...

—¡Yo no sé qué pasó! —explicó Lautaro —No recuerdo nada.

—¿Cómo que...? Espera, ¿No recuerdas que sucedió?

—Tengo borrones en mi mente, dime ¿Cómo puede pasarme esto? Todo acaba de pasar hace cinco minutos —Lautaro explotó en llanto, Mckay no entendía que había pasado pero confiaba en su amigo, sabía que algo estaba mal, se acercó para abrazarlo y Lautaro estuvo un poco más tranquilo cuando recibió el abrazo.

Mientras Augusto estacionaba el auto de su Padre fuera de la casa de Omar, el pelinegro reía por culpa del alcohol pero de pronto se quedó en silencio y su mirada se perdió.

—¿Te sucede algo?

—Eduardo —dijo con un susurro —el chico del que él hablaba hace un rato, el que lo volvió inseguro, era yo... —Omar soltó una lágrima y abrió la puerta del auto —Le hice demasiado daño, le dije cosas horribles por mucho tiempo y...

Solo TúWhere stories live. Discover now