Capítulo 56 - Por mensaje de texto

2.1K 323 136
                                    

Eduardo guardaba varios de sus libros dentro de los bolsos que tenía sobre la cama, Lautaro le ayudaba a doblar la ropa y Josefina se distraía viendo la cantidad de fotos que su amigo tenía guardadas en la computadora.

—¡Oh! ¿Cuándo tomaste esta?

—¿No se supone que venías a ayudar? —preguntó Lau con un sarcasmo algo grosero.

—Hey, es que nunca le había prestado atención a lo mucho que Edu mejoró en la fotografía.

—No peleen por favor, nadie les pidió que vinieran a ayudarme —rió en broma.

—Yo soy tu novio, tengo que estar acá.

—Y yo tu mejor amiga, me gané el derecho de pasar los últimos momentos contigo, aunque haga mal tercio con el rubio teñido.

—¡¿Se lo dijiste?! —preguntó Lautaro de un grito, Eduardo entrecerró la mirada y negó de manera lenta —O sea... o sea...

—¡Ha! Lo sabía, desde el primer momento que te vi —Edu dejó de escuchar la pelea de los chicos, puso muchas cosas en algunas cajas y su hermano llegó hasta el cuarto para ayudarle, pero al ver que todo era un desastre con el rubio y la chica juntos, decidió huir y caminar hasta el segundo piso de la casa donde estaba su cuarto, desde la ventana del pasillo vio que su Padre hacía jardinería de muy mala gana, Tadeo mordió su labio inferior y bajó otra vez. Se le acercó y el mayor levantó la mirada con desdén.

—¿Quieres que te ayude en algo?

—¿Al menos sabes cómo funciona una tijera de podar?

—No pero...

—Ya, no me molestes —Jonathan se dio media vuelta y sacó un nuevo saco de tierra de hojas, Tadeo le miró enfadado y escupió las palabras que tenía en su garganta.

—Escucha, no porque estés enojado por lo de Eduardo significa que tienes el derecho de hablarme así, yo no tengo la culpa, además, él solo quiere cumplir su sueño.

—¡¡Ya sé!! —gritó —¿Crees que no me siento mal por eso? Joder, ¿Nadie entiende? Tengo miedo, Eduardo solo en una ciudad tan grande, cada vez que le veo es... es como aquel niño pequeño que llegó a casa, sin Padres, sin nadie quién le cuidara, dejarle marchar es... es...

—Es que hiciste bien el trabajo —respondió —Eduardo no haría nada de esto si tu no le hubieras apoyado todo este tiempo, o si Mamá no hubiera estado preocupada por su depresión, o Lautaro para ayudarle a salir de esa mierda, o que se yo... Josefina, que le escuchó y estuvo allí cada vez que nosotros no durante toda su adolescencia, Eduardo se ha rodeado de personas maravillosas. Y si se va es por todas esas personas, porque lo lograron. Tal como... como... como tú lo lograste conmigo.

—¿Si? Pues hasta donde yo recuerdo eres...

—¿Dueño y gerente de una librería del centro comercial? Si —su Padre rió, pero Tadeo se mantenía firme —No te lo iba a decir, no ahora al menos, porque tú querías que fuera otra cosa, pero lo mío es... coleccionar, vender, encontrar esos tesoros que las personas buscan.

—Tadeo...

—Sé que te asusta dejar ir a Eduardo, pero por favor, apóyale. Eduardo está asustado de irse contigo enojado —Tadeo levantó los hombros con resignación, se dio media vuelta y empezó a caminar hacia la entrada de la casa, de pronto sintió unos brazos que le rodearon con mucha fuerza, Jonathan le manchó la camiseta con la tierra húmeda, pero al chico no le importó.

—Estoy muy orgulloso de ti, Tadeo... seas lo que seas, no me importa ¿Vale? Siempre estaré orgulloso.

—Papá...

Solo TúWhere stories live. Discover now