Capítulo 59 - Miedo

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Entre medio de cientos de sudaderas, chaquetas y abrigos, apareció Eduardo, buscando ropa para una sesión de fotos que tenía preparada para unos días más, sacaba lo que iba a necesitar desde el gran salón de la editorial donde guardaban vestuario que usaban para darse inspiración, las marcas les regalaban ropa y todo quedaba allí, para el libre uso de los trabajadores.

Eduardo presionaba sus labios algo disgustado mientras no encontraba lo que su mente quería.

—No, definitivamente hoy no es mi día —Eduardo regresó toda la ropa que había sacado y tomó asiento sobre una mesa.

—¿Por qué mejor no vienes mañana? Con la mente fresca.

—Ya pero es que me estoy atrasando mucho con todo.

—Al menos hoy te regresan la tarjeta —sonrió Matías —¿Quieres que vayamos a cenar después de ir a la comisaria?

—No sé a qué hora saldré, además quiero llegar a casa y empezar a editar todo... ¿Podríamos...?

—Claro —asintió —dejarlo para después, no hay problema. De hecho quizás sea buena idea invitar a mi Madre, ¿Qué dices? —Eduardo asintió fingiendo una sonrisa, la mamá de Matías no se llevaba bien con su hijo, aún creía que su orientación sexual era algo pasajero, y de una manera pasiva agresiva trataba de hacerle entender que debía formar una familia con una mujer; a Eduardo no le agradaba aquello, hacía todo lo posible para que Mati se sintiera mejor, pero con ver a su Madre una sola vez era suficiente para derrumbarse, el chico lo seguía intentando a pesar de todo.

—Sé lo que estás pensando —dijo presionando sus labios y con un tono de voz distante —Pero debo trabajar en tratar de recuperar a mi Mamá.

—Ya —sonrió Eduardo, poniéndose de pie para acariciarle la mejilla al chico —Todo está bien, tranquilo, tarde o temprano ella te va a querer mucho, como yo a ti —Eduardo le besó en los labios, ambos salieron del piso de vestuario y subieron a las oficinas.

El pelinegro se quedó casi a solas, imprimiendo lo último que le faltaba para empezar a trabajar, salió del edificio y se subió a su camioneta, exhaló algo agotado mientras vio la hora, se miró en el retrovisor y se arregló el cabello, empezó a conducir y luego se detuvo frente a la comisaria que estaba en el centro.

—Okay... —susurró —Cinco minutos, solo son cinco minutos y ya está, regreso con mi tarjeta —Eduardo se bajó, tomó las llaves de su vehículo y el celular, se acercó a un escritorio pero no había nadie, se quedó esperando unos segundos hasta que un moreno conocido apareció para abrazarle.

—¡Edu! —Mckay le sonrío y a Eduardo le sorprendió lo guapo que se veía el chico —¡Joder! Tanto tiempo.

—Hey, tu nuevo uniforme te queda bien.

—Y a ti el rollo de fotógrafo, con tu camarita colgada al brazo, tu abrigo, si hasta pareces Peter Parker —Edu se avergonzó un poco —¿Vienes por tu tarjeta?

—Si, la necesito urgente.

—Claro, está en evidencias, voy a ir por ella y...

—Mckay —Lautaro apareció desde una oficina y le miró de manera seria —Ve por la tarjeta y me la traes por favor, yo atiendo a Eduardo —el chico rodeó la mirada de manera muy discreta, asintió en silencio y se perdió de la vista del pelinegro —¿Pasas? Por favor.

—Pues si no tengo opción —Eduardo entró a la oficina del rubio, Lau se sentó frente a su escritorio y le recibió la tarjeta a su amigo —¿Tengo que firmar algo?

Solo TúWhere stories live. Discover now