CAPÍTULO ONCE

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Su corazón latía rápido, quizás más por la indignación y la sorpresa, que por otros motivos imaginables. Su rostro encarnado apenas se le alcanzaba a distinguir entre el cabello y los lentes, mientras un sutil ademán de enojo se podía adivinar al mirar su entrecejo.

Por supuesto aquella breve descripción pertenece al coprotagonista de esta historia, Miguel, el hombre obsesionado con Dios y su palabra, la persona que ya no podía vivir sin apegarse desesperadamente al concepto de moral que le habían enseñado desde la más temprana infancia, ese ser perturbado que rezaba por miedo al castigo divino y no por deseos de real salvación ni mucho menos por bondad.

Normal era que reaccionara tan irracionalmente, estaba claro que no tenía la costumbre de acercarse a otros hombres de esa forma, en cambio Alexander no podría haber estado menos turbado frente a lo que sabía, era una jugarreta de su amigo.

¿Asco? ¿Rabia? ¿Timidez? ¿Vergüenza? ¿Humillación? ¿Miedo? Miguel no podía saber cuál de todas esas sensaciones lo inmovilizaba y le impedía hablar con fluidez, no era la primera vez que se sentía así, pasó algo similar cuando era adolescente, casi un niño. Sintió exactamente lo mismo al escuchar a uno de sus compañeros gritarle "niñita" luego de rehusarse a participar en una pelea; ese mismo sentimiento atemorizante de no poder conocer con certeza el porqué una situación tan simple podría ser capaz de llenar sus ojos de lágrimas. ¿Por qué sería que el mínimo cuestionamiento hacia la naturaleza de su género lo desorientaba? ¿Era acaso tanto el miedo que le causaba no ser el ideal que Dios y sus padres le impusieron de hombre? Probablemente estaría próximo a descubrirlo.

"Este tipo es bien exagerado, no es para armar tanto escándalo. A ese choque ni siquiera un chiquillo podría llamarlo "beso", pero bueno supongo que al ser el oponente un hombre, incluso algo tan pequeño es una aberración para una persona "normal", mas creo que mi descubrimiento es acertado, este tipo no es tan común como hace parecer, lo cual es mucho peor para mí. Será mejor que lo calme, si se pone así con tan poco, es probable que no reaccione bien si descubre mis desafortunadas preferencias. ¡Llegó la hora de actuar otra vez!". Lo que acaban de leer pertenece, como ya es costumbre a los pensamientos del cura sin fe.

—Por el amor de Dios, no se preocupe usted tanto. Ya le he dicho que no hay ningún problema, ¿cree usted que nuestro Padre sería capaz de juzgarnos por un accidente? Quédese tranquilo y recuerde que simplemente se ha resbalado, ni yo ni nadie podría llegar a reprocharle una pequeña falta de equilibrio a un hombre tan fiel a la palabra divina como usted —si hay algo que Alexander había aprendido de la religión, era que cualquier falla o incoherencia podía ser perdonada si se colocaba al Dios amoroso como receptor.

—Sin embargo, ¿no se da cuenta usted de que le he hecho algo terrible? Las personas podrían...pensar mal de una cosa como esta —le contestó el religioso sin mirarle y mordiendo sutilmente la parte interna de su labio inferior, como hacía cada vez que una situación le sobrepasaba.

—No tendrían porqué hacerlo, ni la más mala de las personas intentaría mancillar a dos hombres de bien sin fundamento, además no hay nadie más aquí, solo usted y yo ¿cómo podría alguien hablar mal de nosotros? En esta iglesia somos los únicos seres humanos.

—Tiene usted razón...es solo que los rumores suelen ser exagerados y crueles. Lo que pueden provocar es terrible, sobretodo si hallan cualquier argumento para justificarlos —dijo Miguel jugando con uno de los botones de la manga izquierda de su camisa.

—De casualidad ¿es usted soltero? ¿Por eso teme tanto a que lo puedan mal entender? —preguntó Alexander con bastante curiosidad.

—¡No! ¡Soy un hombre casado desde hace varios años! Tengo tres hermosos niños, y odiaría que ellos se vieran afectados por malas lenguas —acotó Miguel de forma áspera, y quizás un poco violenta.

—Oh, ya veo —contestó Alexander riendo—. Disculpe por preguntar algo así de repente.

"¡Esto era lo que faltaba! Voy a golpear a Luci de nuevo, se lo merece ¡¿Cómo se le ocurre hacer esto?! ¡Yo ya estoy muerto para el mundo, pero el loco que tengo enfrente no! ¡¿Planea acaso arruinarle la vida a una persona que sí tiene porqué vivir?! Es lindo conocer a alguien parecido a "nosotros" y buenmozo, pero no voy a permitir que mate las oportunidades de este hombre que sí puede ser normal y destruya la imagen que sus hijos tienen de él, esto no está bien. ¡Ese desgraciado innombrable va a tener que darme una muy buena explicación de esto!...es una lástima haber creído por un momento que podría admirarlo a la distancia un corto tiempo más, pero incluso los depravados como yo tenemos un poco de la moral a la que tanto le rezan los creyentes". Pensó Alexander mientras por primera vez le regalaba con sinceridad una mirada compasiva al religioso.

La verdad aunque prefirió no llegar a verbalizarlo en pensamientos, puede que el cura haya estado un poco decepcionado, o más bien bastante. Hacía varios años que él no sentía esa triste sensación de no poder acercarse a alguien solo por ser quien era, ese peso de saber que sin importar cuanto se esforzara por agradarle a cualquiera, jamás le aceptarían por completo.








CONFIESO QUE NO CREO [COMPLETA]Where stories live. Discover now