Él y ella no podían estar juntos, pero el destino se empeñaba en unirlos.
Ella nunca debió querer conocerlo mejor, y él jamás debió desear ver lo que había bajo esa blusa.
Sara Lombardi, una joven italiana de 21 años, universitaria, a punto de gra...
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Estaba abrazado a mi mujer, cuando escuche un fuerte estruendo que nos despertó a los dos inmediatamente, Sara me observo confundida y yo tomé el móvil revisando algún mensaje de los de seguridad, no tenía ninguno.
- ¿Hijo? - dijo la voz de mi padre abriendo nuestra puerta- escuché un fuerte ruido y creí que eran ustedes- exclamo mirándonos un poco preocupado, Sara se giró a verme y se levantó con rapidez abriendo la caja de seguridad en donde ella guardaba un par de armas, me tranquilizaba un poco saber que ella era una experta en su uso.
-Toma- dijo ella estirándome una de ellas, lo bueno de ser su novio y mejor amigo, además de haber sido muy cercano al padre de ella, es que yo también sabía usarlas a la perfección- si los escoltas no han salido es porque están encerrados-explico.
-Papá escóndete en uno de los armarios-dije señalando la habitación, estábamos preparados para aquello, era probable que nos atacaran con la audiencia de Víctor encima, su cómplice seguía libre y con el testimonio de mi padre Víctor iría preso mucho tiempo.
-Dios mío- dijo él aterrado- tengan mucho cuidado por favor- pidió abrazándome y entrando al lugar, Sara estaba pegada a la puerta tratando de escuchar algo.
-Yo voy a ir al primer piso a intentar abrirle a Ignacio y a Fabio, tu revisaras todas las habitaciones- sugirió acercándose para besarme – ten mucho cuidado no te arriesgues y dispara si estas en peligro- asentí nervioso, que supiera usar un arma no quería decir que en algún momento de mi vida hubiera tenido la oportunidad de accionarla en contra de un ser humano; salí de nuestro dormitorio revisando el resto de las habitaciones como ella me pidió, la electricidad de la casa funcionaba perfectamente y las cámaras de seguridad estaban en mi despacho.
Cuando termine de comprobar que nada extraño estuviera pasando, revise atentamente las cámaras de la entrada llevándome una desagradable sorpresa, el escolta de turno dejo ingresar a una mujer que por su capucha no se podía ver su rostro, fruncí el ceño ante el descuido y salí de la oficina buscando a mi mujer, una loca estaba dentro de nuestro hogar. Pase por la entrada de los escoltas que estaba cerrada, intente abrirla y antes de siquiera poder tocar la chapa escuche la voz de alguien que no me esperaba.
-Ni se te ocurra- dijo la voz de mi madre detrás mío, me gire inmediatamente llevándome la sorpresa que en sus brazos estaba mi novia con un arma en su cabeza, ella intentaba liberarse de los brazos de la mujer que trajo al mundo.
- ¿Mamá? - le pregunté sorprendido- ¿Qué haces? - dije descolocado por su actitud- ¿eras tú quien está provocando esos ruidos en la casa? -cuestioné confundido y ella siguió sin mirarme.
-Sebastián no quiero lastimarte a ti- confirmo con sus ojos húmedos- quiero que me entregues a tu padre- exigió confundiéndome más.
-Mamá si querías verlo no tenías por qué llegar a estos extremos- dije tratando de acercarme y nuevamente presiono el arma contra las sienes de mi novia que buscaba una forma de librarse de su agarre- mañana después de que acabe todo el regresara contigo.
