Él y ella no podían estar juntos, pero el destino se empeñaba en unirlos.
Ella nunca debió querer conocerlo mejor, y él jamás debió desear ver lo que había bajo esa blusa.
Sara Lombardi, una joven italiana de 21 años, universitaria, a punto de gra...
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Era el octavo país que visitaba, estaba agotada y con mucho trabajo, me quedaban dos países más y pronto estaría en casa; extrañaba a mi mejor amigo, hablamos durante las seis semanas que estuve ausente por video llamada, el venia a verme en donde estuviera, yo regresaba a Italia por unos días o nos conformábamos con textearnos durante el día. Ya no éramos dos muchachos universitarios tonteando, cada uno tenía enormes responsabilidades y un trabajo que consumía todo nuestro tiempo.
Ni siquiera pudimos reunirnos para ir a hacernos nuestros exámenes juntos, tuve que hacerlo en uno de los países que visite y enviarle mis resultados por correo, igual que el lo hizo conmigo el único alivio que teníamos era saber que éramos honestos con nuestros cuerpos y que cuando toda esta locura acabara podíamos encerrarnos en una habitación sin interrupciones.
-Camile nena ya vete a dormir- le dije a mi secretaria, optamos porque ella viajara conmigo y así hacer mas fácil mi trabajo - no estoy de ánimo para continuar y tú debes estar agotada- ella asintió levantándose y tomando sus cosas; en una semana regresaría a Italia por fin.
-Jefa sé que no debo meterme en sus asuntos- dijo ella sentándose frente a mí- en el tiempo que llevo trabajando a su lado le he tomado cariño y si desea hablar conmigo estaré para usted- me reconforto, en la mañana vi un ejemplar de una de las revistas más icónicas en el mundo del espectáculo, mencionando como el gran empresario Ricci podía tener un amorío con su secretaria.
-Sabes lo de Sebastián ¿cierto? - le pregunté a Camile que asintió en mi dirección- eso quiere decir que somos muy evidentes- dije preocupada y ella negó.
-Jefa no es así- dijo nerviosa- quiero pedirle que no se enoje con el señor Ricci- advirtió la joven- él me contó la verdad antes de iniciar este viaje y me pidió que cuidara de usted, a pesar de que venimos con dos de los escoltas- trate de sonreír por el arrebato de mi mejor amigo, seguía muy celosa y molesta.
-Dime ¿Qué puedo pensar? - le pregunte- él y yo no somos una pareja Camile o por lo menos no hasta el momento. me encariñe de él de una forma que ni yo puedo explicar y estoy a millones de kilómetros de distancia leyendo una revista que dice que tiene un amorío con su hermosa secretaria- resople, sentir estos celos me abrumaba, nunca en mi vida estuve celosa por un hombre y ahora, parecía que ese monstruo posesivo salía a la luz.
-Yo también estaría de ese modo si estuviera en su lugar- confeso- Sara de lo poco que la conozco sé que usted no es una mujer intransigente- reconoció, haciendo alusión a mi personalidad madura y despreocupada - debería dejar de ignorarlo y contestar sus llamadas yo le dije que nuestra jornada laboral terminaría en diez minutos y que usted podría atenderlo, no eche a saco roto todo lo que le ha demostrado el señor Ricci.
-Me estas aconsejando que le dé el beneficio de la duda y lo escuche- dije y ella asintió- ¿y si en su explicación me rompe el corazón? - pregunté aterrada, no estaba ignorándolo porque estuviera molesta, lo ignoraba porque me daba miedo que me confirmara lo que esas estúpidas revistas decían.
