Él y ella no podían estar juntos, pero el destino se empeñaba en unirlos.
Ella nunca debió querer conocerlo mejor, y él jamás debió desear ver lo que había bajo esa blusa.
Sara Lombardi, una joven italiana de 21 años, universitaria, a punto de gra...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Terminé de empacar las maletas en mi auto, era bastante temprano para mi gusto, si quería pasar el día como lo planee, debíamos salir pronto ir a la revisión con mi medico privado y luego ir a la sorpresa de Sara, subí al vehículo y salí del estacionamiento, encontrándome con mi mejor amiga en la puerta del edificio; ella estaba revisando su teléfono y hablando con su secretaria.
Tenía mucho trabajo atrasado por tomarse la semana que paso, no me molestaba que trabajara mientras estaba conmigo, parte de la responsabilidad de que ella dejara sus ocupaciones fue mía. Ella camino hasta el auto subiéndose y dándome un pequeño beso para seguir coordinando todo, conduje en silencio esperando a que ella terminara y pudiéramos pasar nuestro domingo juntos.
-Camile eso es todo por ahora- dijo ella con ese tono de voz profesional que tanto me gustaba- por favor no aceptes más citas para esta semana y si puedes agéndalas para dentro de un mes, recuerda que debo llevar el caso del señor Ricci o hazle traslado a Antonelli- dijo, sonreí encantado, me gane la lotería con esa mujer; era independiente, tenía su propia estabilidad económica, era inteligente y endemoniadamente sexy- si mi hermana te llama dile que tengo toda mi agenda ocupada de aquí a cuatro años- dijo con burla mi amiga, se despidió minutos más tarde y suspiro recostándose en la ventana del auto.
- ¿Tienes mucho trabajo? - pregunté y ella asintió restregando su rostro- eso quiere decir que me abandonaras estas semanas- dije haciendo un puchero y ella soltó una risita desvergonzada, se giró para darme un suave beso en la mejilla.
-Siempre eres bienvenido a quedarte en el departamento todas las noches que quieras- dijo ella alzando sus cejas; parecía que me mude a su departamento y no me molestaba en lo absoluto quedarme con ella.
-Tengo que quedarme en mi casa algunas noches o mi madre podría perder la cabeza- dije riendo, además tenía planes que quería comentarle más tarde para que no se escandalizara, quería su opinión y su consejo.
-Tenemos que aprovechar los pocos momentos que tengamos- dijo sonriéndome, me sorprendía que no se molestara porque no pasara tiempo con ella, era tan comprensiva que llegaba a asustar- ahora dime ¿a dónde me llevas? - me pregunto, uno de mis pasatiempos favoritos era correr autos con Nicola y Bastián, mis dos mejores amigos, ellos estaban ocupados con sus novias, yo aparte toda la pista de autos para Sara y para mí.
-Primero iremos a la revisión con el medico y el resto es una sorpresa- dije sonriéndole, ella blanqueó sus ojos y puso música, el resto del recorrido ella disfruto de la naturaleza y tomó varias fotografías con su móvil; me gustaba verla de esa manera, libre, tranquila y sin miedo de que alguien nos molestara; el flash de la cámara me sobresalto.
- ¿Qué haces? - le pregunte riéndome de su actitud infantil.
-Te ves sexy conduciendo- dijo ella restándole importancia- además esto es buen material, imagina lo loca se volvería la prensa con fotos del gran y temido Sebastián Ricci sonriendo- dijo ella burlándose de los amarillistas apodos que solían poner las revistas de chismes sobre mí.
