Él y ella no podían estar juntos, pero el destino se empeñaba en unirlos.
Ella nunca debió querer conocerlo mejor, y él jamás debió desear ver lo que había bajo esa blusa.
Sara Lombardi, una joven italiana de 21 años, universitaria, a punto de gra...
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Sara estaba desconcertada con mi silencio, no quise decir más sobre mis planes, a donde tenía planeado llevarla era un lugar atractivo, mi padre me llevó cuando era un niño; quedé tan enamorado de su belleza, que cuando mis acciones empezaron a crecer en el mercado, mande a construir mi primer resort; era un viaje largo de unas nueve horas en promedio al ir en avión privado.
-Nena ¿no vas a hablarme? - le pregunté burlándome de su comportamiento, llevábamos casi 7 horas de viaje y ella no hablaba, se distrajo con su laptop adelantando parte de su trabajo pendiente; cerré su computadora para que me prestara atención- te estás comportando como una niña pequeña.
-Me puedes estar secuestrando- dijo ella escandalizada y bufe por su comportamiento, uso todos los argumentos desde el más natural hasta el más loco y descabellado para convencerme de decirle a donde vamos- estoy nerviosa.
-Es una sorpresa y prometo que te gustara- le dije, si el plan de vuelo salía como lo planeado estaríamos llegando a Male la capital de las islas Maldivas antes del anochecer, en donde seriamos trasladados en uno de mis botes para el resort que conectaba directamente con el mar; llame para que arreglaran mi suite y para que uno de mis empelados comprara suficiente ropa para el tiempo que nos quedaríamos.
Ella rodó los ojos al ver que no estaba dispuesto a decirle nada más y se puso su cinturón de seguridad para dormirse y que no la despertara hasta cuando tuviéramos que aterrizar, me burle de su comportamiento, tome mi computadora para trabajar un poco; para mi fortuna Caterina era una joven muy eficiente y sabía hacer su trabajo aliviando un poco el mío. Revise un par de correos y conteste algunos mensajes de mi madre, que me exigía saber el lugar en el que estábamos.
Por alguna razón decidí no decirle nada, los únicos que tenían conocimiento de nuestra ubicación exacta eran Caterina, Camile y los de seguridad; me aterraba que alguno se le pudiera soltar la lengua y decirlo frente a alguien que pudiera lastimar a Sara, el principal motivo para sacarla del país fue lo sucedido en el incendio, ese hombre seguía libre y no podía darme el lujo de seguir como si nada; mi novia necesitaba descansar de tanto ajetreo, en el último mes, entre la prensa, los ataques y los fuertes mensajes de su hermana, Sara se iba a enloquecer.
Unas cuantas horas después, una de las asistentes de vuelo se acercó para avisarme que ya íbamos a aterrizar, me acerque a mi novia para despertarla, ella abrió sus ojos antes de que me acercara y se acomodó en su lugar; se estiro un poco para darme un beso y recostarse en mi hombro.
- ¿Ya no estás enojada? - le pregunte acariciando su pómulo y ella negó riendo.
-Ya estamos aterrizando, podre descubrir cuál era el misterio- dijo con una hermosa sonrisa, negué lentamente encantado por su actitud; cuando por fin pudimos levantarnos Sara salió de primeras, muy emocionada como si fuera una pequeña niña, al salir olvido todas sus cosas, Fabio e Ignacio me ayudaron a recoger un poco y cargarlo para que pudiera seguir a mi alocada novia. Retire mi abrigo contagiándome del cálido clima del lugar, Sara estaba maravillada viendo como el mar estaba pegado al aeropuerto y toda una capa oceánica rodeaba la isla.
