Él y ella no podían estar juntos, pero el destino se empeñaba en unirlos.
Ella nunca debió querer conocerlo mejor, y él jamás debió desear ver lo que había bajo esa blusa.
Sara Lombardi, una joven italiana de 21 años, universitaria, a punto de gra...
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Abrí mis ojos escuchando los gritos por toda la casa, estire mi cuerpo entumecido, bostece tomando mi teléfono y este estaba reventado de notificaciones, de llamadas de mis amigos, de mi secretaria y por supuesto de aquellos chismosos que les interesaba el amarillismo; revise la hora y jadee sorprendida; no porque fuera tan temprano, sino por la fecha de mi móvil marcaba; era lunes, lo que quería decir que dormí más de 24 horas.
Me levante desorientada por la ausencia de Sebastián, por el escándalo de la casa sabía perfectamente donde se encontraba; tome una ducha vistiéndome con ropa deportiva, no es como si pensara trabajar el día de hoy después de todo lo sucedido, baje las escaleras encontrándome con Sebastián y el detective encargado de mi caso.
-Ya le dije que mi mujer está descansando- dijo Sebastián con frustración- cuando esté en condiciones lo llamaré- dijo él zanjando el tema y revisando su móvil- mire no tengo tiempo que perder con esto, tengo muchas cosas por hacer y usted me está quitando mi preciado tiempo- dijo mi novio, el detective lo fulmino con la mirada.
-Señor Ricci puedo arrestarlo por obstrucción a la justicia- dijo el detective con esa pose amenazante, rodé los ojos por sus ridículas amenazas- déjeme ir a buscar a su mujer- dijo él cabreando a mi novio.
-Detective y yo puedo presentar cargos en su contra por intentar acceder a una propiedad privada sin consentimiento del propietario o sin una orden- dije llegando al lado de mi novio que me regalo una mirada de alivio - mi novio estaba en lo correcto, estaba descansando, que no olvide que en menos de 48 horas intentaron incinerarme en mi propio hogar.
-Señorita Lombardi tan sagaz y oportuna como siempre- dijo el hombre mirándome embobado, me preocupaba sus verdaderas intenciones- es imposible que dos días seguidos se negara a verme- dijo él aludiéndose una importancia que no tenía.
-Así le disguste saberlo, lo hice- dije encogiéndome de hombros, saludando a mi novio con un beso en sus labios- le agradezco que respete mi hogar y el de mi novio- dije enojada- no puede aparecerse aquí sin una orden judicial a menos de que le permitan ingresar, para no tener que verle su rostro más le daré la declaración que tanto me pide.
-Lamento las incomodidades- dijo él apenado- y lamento amenazarlo señor Ricci- reconoció apretando los dientes con fuerza. Mi novio apretó mi cintura demostrándole a aquel hombre que no tenía ninguna posibilidad; me reí un poco de su concurso de meadas y testosterona, lo dejé pasar, realmente era tonto discutir por esto.
- ¿Puedes decirle a Clara que me prepare algo de comer? - le pedí a Sebastián con un mohín y él asintió besando mis labios con lentitud y ternura- muero de hambre-susurre cuando mi estómago crujió- espérame para comer juntos, no tardare-él me sonrió dejando un casto beso en mi frente.
-Le pediré a Clara que te lleve un café y galletas- dijo él dándome una suave nalgada para que me fuera- ¿detective desea tomar algo? - le pregunto.
