[PAUSADA] B R E A T H-Jasper Hale

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Lección 1: Piensa antes de actuar.

Lección 2: Aprende a usar tus instintos.

Y ahora, la ultima y más importante.

Lección 3: Control ante la sangre.

Oh, vamos. ¿Porqué estoy tan nerviosa? Estuve cerca de Billy y Bella y nada había pasado, y ahora que tengo que volver a casa con mis padres estoy siendo comida viva por los nervios.

Clare se encontraba estática sentada en sofá de la sala de la casa de Sam, con su vista perdida y pensado que en media de media hora tenía que regresar con sus padres, mientras que los demás estaban comiendo pollo frito en la mesa.

— Tengo que admitir que me da miedo cuando se queda como estatua— murmuró Jared para los demás con su vista en la castaña rojiza.

Los chicos se voltearon sin disimulo mirando hacía la chica viendo su rostro serio, sus ojos sin pestañear perdidos en la pared, completamente rígida y no pudieron estar más de acuerdo.

Paul se levantó de su asiento y se acercó poniéndose en cunclillas delante de la chica.

— ¿Todo bien, Clare?

La castaña guió lentamente sus ojos a él, dejando ver la preocupación que había en estos.

— Tengo miedo.

— Vamos, Clare— habló Jacob desde la mesa—. Ya haz visto a mi padre y hablaste con Bella ayer, sabes controlarte— ánimo el chico, los demás asintieron estando de acuerdo con lo dicho por Black.

— Es que es más que eso, realmente no saben el esfuerzo que hago para no romper todo lo que toco. ¿Qué tal si lastimó a mi mamá o a mi papá cuando los quiera abrazar?

— Tu me abrazas todo el tiempo— soltó con tono divertido el moreno que estaba frente a ella.

— Paul, ustedes no son como los humanos. Ellos son realmente frágiles, con una caricia podría aplastarles el cráneo en un simple descuido.

Embry soltó un suspiró y asintió.

— Definitivamente saber como hacer que me den escalofríos.

— Pero lo harás bien, Clare. De todos los vampiros que conocemos eres, bueno, el que parece más humano— indicó Jared haciéndo una seña a sus ojos.

Y tenían razón, los ojos de Clare habían dejado de tener esas pequeñas tonalidades de rojo carmesí, ahora eran  de una mezcla entre café oscuro y anaranjado. Resaltaban definitivamente, pero se podían hacer pasar por "normales".

Sam se puso de pie viendo el reloj en la pared que marcaban las siete y media de la tarde.

— Es hora— avisó a todos.