Semanas después, Agnes parecía muy absorta en sus pensamientos. Normalmente era parlanchina, a lo que me extraño verla tan distante. Cuando le pregunte que le sucedía, ella volvió a suscitar su idea. Claramente me negué en rotundo, pero era demasiado obstinada, así que termine aceptando. 

Conformamos un plan. Teníamos en nuestras manos el mapa completo de las instalaciones de la Fortaleza que Will nos había entregado. Ella controlaba tan bien sus habilidades que no le fue difícil accesar al lugar sin complicaciones. Yo, por el contrario, me baste con controlar a unos cuantos guardias que nos habíamos llegado a topar, haciendo más fácil nuestro objetivo. 

Después de todo el caos creado por un sector al que prendimos en llamas, nos adentramos al archivo. Ella insistió demasiado en ello, era nuestra última parada. Ansiaba saber si podría averiguar más sobre su vida, la que nos habían obligado a desaparecer de nuestras memorias. 

Cuando tome mi expediente, dudaba que fuera de mi de quien se tratase, pero cuando lo abrí, una foto mía con el nombre, confirmaba que lo era. 

"Tyler Harris, Hijo de Russell Harris, algunas fechas a las que no preste mucha atención, expedientes médicos repletos de información y una cartilla con mis habilidades recientemente implementadas."

Fue ahí que me entere de que aquel hombre que manejaba este lugar y yo, teníamos algo en común: la sangre. 

Si no fue porque Agnes logro controlarme y traerme en sí, hubiera perdido la cordura ese instante e iría a buscarle y romperle todos los huesos. 

-Preferiría haber muerto si eso te complicara más tu mierda. – comente con los dientes apretados y la voz fría.

Se mantenía de espaldas, demasiado estático para mi gusto. Lo vi bajar la cabeza. Podía escucharlo pensar que iba a ser difícil convencerme. Era un idiota si pensaba que alguna vez terminaría por aceptar sus condiciones.

Antes de decir más, se largó sin decir nada. 

Al estar solo en la habitación, note mi respiración ágil y mi frenetismo al cien por ciento. Jamás iba a poder hablar con él sin sentirme a punto de perder el juicio. 

Si, antes de saber que era mi padre, pensaba en matarlo, pero había algo que me impedía cumplirlo, nuestro parentesco. De todas maneras, echaría abajo este lugar costara lo que costara, se lo había prometido a Will.

La debilidad en mi cuerpo fue desapareciendo conforme pasaban las horas. Después de la visita de Russell,  no había visto a nadie pararse aquí. Aunque lo quisiera, la regeneración siempre me mantenía adormecido la  mayor parte del tiempo. 

Lo único de lo que no podía escapar cuando me encontraba en ese estado, era poder salir de mis pesadillas. Habían dos que se repetían consecuentemente y no me dejaban tranquilo. 

En una de estas, Agnes se acercaba a mí lentamente mientras me llamaba. Su cara era la misma de siempre, solo que ahora algo de angustia se reflejaba en  sus ojos claros. Luego de que acorto la distancia, todo se volvía confuso y su rostro se empañaba hasta verse borroso. Su voz se distorsionaba a otra totalmente distinta, y alguien tomaba su lugar. 

Le pedí a quien fuese que seguía acercándose, que se detuviera,  que parara. Pero no lo hacía y no supe que hacer para detener la marcha de lo que estaba frente a mí.  Como si aquella fuerza se mantuviera a mi alcance, pude detenerlo, haciéndolo volar por el aire.

Cada que revivía esta pesadilla, mi cuerpo temblaba descontroladamente y mis latidos se volvían hasta mis orejas. Exaltado hasta la punta de mis pies. Preguntándome por qué este sueño se repetía tan constantemente.

Return (en edición)Where stories live. Discover now