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El azabache comenzó a despertarse, sin dejar de escuchar los insistentes gritos de su madre, quien atrasada le decía a su esposo que se apresurara. Miró de un lado a otro, con su vista un tanto desenfocada, restregó sus ojos con fuerza y se sentó, cogiendo su celular revisó la hora.

¡Nueve de la mañana!

¡Nueve de la mañana y él despierto un día sábado!

Masculló un sin fin de maldiciones hacia su madre quien lo había despertado con sus gritos y volvió a recostarse, no sin antes quitarse la camiseta del pijama que traía, comenzaba a hacer calor. Se abrazó al más bajo quien dormía dándole la espalda y quitó a patadas las sabanas que les cubría, colando su mano por debajo de la camiseta del rubio, acarició por completo su torso, deteniéndose por sus costillas donde comenzó a jugar con sus dedos como si fuera escalera. Pronto escuchó como la puerta de la casa era cerrada, dando a entender que sus ruidosos padres ya se habían ido a donde sea que el dios de los waffles vaya a parar. Ahora que lo pensaba él nunca había comido waffles.

Ni al caso, ya no tenía ganas de seguir durmiendo, prefería disfrutar de la calmada respiración de su pequeño, y sentir como su pecho subía y bajaba tranquilo. En aquella casa ¿dormía tan tranquilo como se le veía ahora? Lo escuchó quejarse, mientras se removía inquieto, finalmente dándose media vuelta quedó con su rostro casi pegado al del mayor, aun durmiendo, pasó una de sus delgadas piernas por entre las de azabache entrelazándolas.

Esté rió por lo bajo, acariciándole la mejilla le depositó un tierno beso sobre esta, pasando sus dedos esta vez por sus labios. Pronto al verle así le vino una idea, bueno, no exactamente una idea, sólo fue algo que le dio por hacer. Comprobando que el menor estuviera realmente dormido, pasó nuevamente sus dedos por sus labios, entreabriéndolos despacio, fue adentrando uno, moviéndolo despacio, adentro y afuera, podía sentir sus dientes raspándole y su húmeda lengua, se relamió los labios sin dejar de mirarle, casi ni pestañeaba, pronto metió otro dedo, sin dejar el movimiento de sacar y meter, se detuvo al instante, aun manteniendo sus dedos en su boca cuando sintió al rubio gruñir suavemente y tensar la mandíbula, casi trituró su labio con sus dientes al morderlos tratando de no gritar por el mordisco que le había dado este. Dándole toquecitos en la cara, logró que este le soltara, aun dormido, se acurrucó contra su cuerpo.

El mayor, sobándose sus dedos un poco molesto, decidió no dejarlo dormir tranquilo, así que tomando aire, grito la primera canción que se le vino a la mente.

-¡Y CÓMO DESHACERME DE TI SI NO TE TENGO!- enseguida el más bajo, pegando un salto por la sorpresa hacia atrás, cayó de la cama, escuchando el fuerte sonido de su cuerpo al impactar contra el suelo, mientras el azabache no dejaba de reír.


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El menor volvió a bufar, mirando de reojo como su novio comía tranquilamente en un tazón yogur con cereal, mientras despreocupado cambiaba de canales a la televisión, con sus piernas estiradas a lo largo del sofá, y él en un rincón del mismo, sosteniendo una bolsa de hielo sobre su cabeza, con sus piernas recogidas hasta su pecho sin dejar de mirarlo mal. Pronto este lo notó, mirándole divertido, dejó su tazón sobre la pequeña mesa de centro y le hizo una seña para que se le acercara, enseguida cambiando su expresión de manera drástica, sonrió dejando la bolsa de hielo en el piso, y gateó hasta sentarse entre sus piernas mirándose de frente, el pelinegro chocó su nariz con la del contrario frotándola divertido.

-Te amo- susurró el más alto.

-Yo más- le sacó la lengua.

-Eres hermoso, y muy sexy- sonrió pícaro, con uno de sus manos acariciándole el hombro descubierto, debido que estaba con una de sus camisetas, la cual de cuello le quedaba gigante, pasando sus dedos por su clavícula, el rubio enseguida se sonrojo sonriéndole.

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⏰ Last updated: Apr 05, 2020 ⏰

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No more smiles / yoonmin ADWhere stories live. Discover now