~Capítulo Cincuenta~

554 44 0
                                    

CAPITULO 50 

La ventana del chat estaba vacía. No había ni una sola palabra, ningún mensaje, como si las letras fueran invisibles. Sin embargo, había recibido una notificación.

No lo entendía. Debería haber algo, cualquier cosa. Pero no había nada.

Con los dedos temblorosos, llevé las manos hasta el teclado y comencé a escribir. Cuando terminé, envié el mensaje.

Pasaron varios segundos, o tal vez minutos. El reloj pareció haberse detenido solo para mí. El mundo seguía girando sobre su eje, pero sentía que me había perdido en el tiempo, como si no pudiera avanzar.

Un segundo era toda una eternidad.

Estaba tan aturdida porque no hubiera ningún mensaje que no sabía qué pensar o en qué creer. Me moví ligeramente en la silla, aunque ni siquiera estaba segura de que hubiese sido yo.

El silencio reinaba en mi habitación y sentí un escalofrío en la cabeza. Como si alguien me estuviera soplando en la nuca muy suavemente. Una gota de sudor se deslizó por mi espalda antes de que pudiera reaccionar. Temblé inconscientemente y noté como se me ponía la piel de gallina cuando la gota terminó su recorrido. Después sentí un cosquilleo desde las piernas hasta la planta de los pies.

Me estremecí, todavía sin atreverme a mirar atrás. El corazón comenzó a latirme con fuerza. Temía que se me saliera del pecho de un momento a otro. Estaba temblando demasiado. Como el día en que recibí el primer mensaje de Chris.

Tragué un poco de saliva con dificultad y respiré profundamente. Tenía unas ganas inmensas de abrir todas las puertas y ventanas de la habitación para que entrara más aire puro y liberar la tensión del ambiente, pero no podía levantarme de la silla. Era como si el cuerpo me pesara más, como si mi masa hubiera aumentado por dos. Me sentía tan pesada y cansada que apenas podía mover los dedos y parpadear cada vez que mi instinto me decía que algo iba a suceder.

Una fuerza extraña me obligó a mirar hacia el frente, a la pantalla del ordenador. Tenía los músculos demasiado duros, como una roca. Moví los hombros y la espalda y sentí dolor. Me detuve y seguí mirando hacia delante, esperando a que respondiera.

¿Y si no había sido Chris? ¿Y si alguien había entrado en su perfil?

De pronto, todas las fuerzas que me quedaban se esfumaron en un chasquido de dedos. Estuve a punto de desmayarme, los músculos se me pusieron flácidos. Todo por culpa de no haber podido conciliar el sueño durante la última semana ni haber probado casi bocado. Ya me empezaba a pasar factura. Se me cerraron los ojos y dejé caer la cabeza en el escritorio. Me golpeé con fuerza con el teclado. Pero no me desmayé. Solo deseaba dormir y soñar, o tal vez revivir un recuerdo.

El lugar era reconocible, aunque era tan real que no parecía un sueño. Sabía que estaba durmiendo, pero no podía despertarme. Llegué a sacudirme, pero no pasó nada.

De repente vi a Anna con el chaleco lleno de explosivos.

Tenía unos sudores fríos y no sabía si estaba sudando en la realidad o si solo estaba reviviendo el momento. Era como si el tiempo se hubiera reanudado.

Se me cayó el móvil al barro. Escuché como el material salpicaba un poco de agua oscura con un ruido sordo. El móvil se manchó, pero la pantalla seguía intacta y brillaba.

Apenas me había fijado cuando había ocurrido, pero en mi sueño presté más atención a la escena.

Era como si ocurriera a cámara lenta. No entendía nada.

Tenía los ojos puestos en Anna, la chica que tenía una bomba encima y que estaba completamente helada. Quería retroceder y alejarme de ella, porque ahora sabía que era cómplice de Lidia, pero no tenía control sobre mi cuerpo.

¿Quién mato a Christopher? ADAPTACIÓN Christopher Vélez Y TuWhere stories live. Discover now