~Capítulo Cuarenta y Uno

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CAPÍTULO 41 

¡Oh, Dios! ¡Chris estaba aquí! ¡No se había marchado! ¡Sabía que estaba en lo cierto!

—¿Qué?

Zabdiel parecía confuso y asustado al mismo tiempo. Le temblaban tanto las piernas que parecía que iba a provocar un terremoto.

Chris se mofó, tomó fuerza y le asestó un puñetazo en la cara. Zabdiel gritó de dolor y se llevó la mano a la nariz, que también le sangraba.

Miré a Chris, ignorando olímpicamente a Zabdiel. Mis ojos no se apartaban de él. Estaba tan tenso y eufórico que no parecía él.

—Discúlpate con (__).

Chris todavía no me había mirado a la cara.

—¿Qué? —preguntó con el ceño fruncido. Parecía que se burlara de él—. No voy a disculparme con ella. Sé que le gusto.

Chris cerró los ojos y golpeó una vez más a Zabdiel, esta vez en la mandíbula. Grité al escuchar el sonido del impacto.

—He dicho que te disculpes con ella.

—No lo haré.

—¿Qué? —preguntó Chris con una mueca divertida. Sus ojos destellaban por la furia contenida—. ¿Qué has dicho?

Zabdiel se arrepentiría de lo que había dicho.

—No tengo por qué disculparme. Las personas se disculpan cuando creen que han hecho algo mal. Y yo no lo he hecho, ¿verdad, (__)?

Me miró directamente a los ojos y no pude evitar sentir asco. No podía mirarlo a la cara después de lo que había hecho, se merecía todo mi odio.

Antes de que pudiera contestar y lanzarme contra él para romperle la cara, Chris ya avanzaba con paso veloz hacia él.

Le pegó de nuevo, en la barbilla y en la mejilla. Zabdiel tenía la cara cubierta de sangre, y Chris no se detenía. Por mucho que intentara defenderse, Chris lo golpeaba sin fallar.

Grité al oír un crujido.

—Hazlo.

—¡Lo siento, (__)!

Zabdiel retrocedió mientras se masajeaba la mandíbula. Entonces, empalideció. Acababa de darse cuenta de que Chris había atravesado uno de los bancos para llegar hasta él y de que, efectivamente, era un fantasma. Estaba aterrado.

De ninguna manera acepté su disculpa. Me limpié con la toalla la sangre que seguía deslizándose por mi boca y lo miré con asco.

—¡Lo siento de verdad! ¡No sé en qué estaba pensando!

—Vete antes de que... —Chris se detuvo y respiró profundamente, intentando calmar su rabia—. ¡Vete!

Apartó la vista de Zabdiel, que me lanzó una mirada arrepentida y se marchó corriendo.

—¿Chris? —lo llamé al cabo de un rato.

—Soy un idiota, (__) —dijo de espaldas—. Tenías razón. Ocultarme no ha solucionado las cosas. Solo he puesto en peligro tu salud. Y ahora... han estado a punto de... —Se detuvo—. Ni siquiera puedo decirlo. Todo ha sido por mi culpa. No debí dejarte. Soy un imbécil. Perdóname, por favor.

—Estás aquí. Eres real. No he estado en coma —murmuré con la voz quebrada. Sentía una alegría inmensa—. ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué te ocultabas de mí?

—Solo quería que fueras feliz sin mí. Quería que tu vida continuara, (__).

—¿Qué dices? —pregunté, con el ceño fruncido—. ¡Yo no puedo ser feliz sin ti! ¡Eres una parte de mí, Chris! ¿Es que no te das cuenta? ¡Haría cualquier cosa por ti! Quiero estar contigo... para siempre.

¿Quién mato a Christopher? ADAPTACIÓN Christopher Vélez Y TuOnde histórias criam vida. Descubra agora