~Capítulo Treinta y cuatro~

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CAPITULO 34 

—Joder. —Resopló con frustración—. Esto no puede estar pasando ahora...

—¿(__)? —Volvieron a llamar a la puerta—. ¿Estás dormida? Soy Lidia.

—Las madres... siempre tan inoportunas... —susurró de mala gana y puso los ojos en blanco durante menos de un segundo.

Me levanté, recogí el pantalón del suelo con rapidez y comencé a ponérmelo mientras buscaba con la mirada la camisa.

—¿(__)? —murmuró Chris, sentado en la cama. Su pecho desnudo me tentaba a volver con él, así que evité mirarlo—. ¿Qué haces?

—Vestirme. Debe de ser algo importante.

Me acerqué hasta donde estaba tirada mi camisa.

—No vayas. Espera un momento, por favor.

Me giré para mirarlo y, casi de inmediato, me arrepentí. Su pecho desnudo subía y bajaba al ritmo de su respiración agitada, y sus labios hinchados y seductores se negaban a dejarme en paz. Aparté los ojos de él y me puse la camisa.

Chris hizo un puchero para suplicarme que me quedara con él. Los ojos le brillaban con intensidad.

Suspiré y puse los ojos en blanco.

—Está bien —dije finalmente con voz ronca y agitada mientras me acercaba a la cama—. Pero si vuelve a llamar, iré y abriré la puerta.

Me subí a la cama y gateé hacia Chris. Tenía el cinturón desabrochado y se le veía la cinturilla de sus calzoncillos negros.

Tragué saliva con dificultad. De repente, se me había quedado la boca seca.

—Está bien, pero no te... —Otro golpe suave en la puerta lo interrumpió.

Chris resopló con frustración.

—Lo siento —dije. Y era cierto—. Debe de ser algo importante.

Entonces, me alejé de él.

—¿(__)? —repitió Lidia.

Me di cuenta de que me temblaban las piernas por la terrible excitación que sentía. Todavía notaba sus manos calientes sobre mi cuerpo, a pesar de que ahora estaba a un par de metros de mí.

Me aclaré la garganta de nuevo y me puse de pie. Me acomodé la camisa y, antes de avanzar hacia la puerta, me peiné con los dedos.

—Un momento, Lidia —respondí, casi gritando.

Tomé una gran bocanada de aire antes de abrir la puerta y exhalé con fuerza. El aire salió de la boca con tanta facilidad que sentí un dolor en el pecho cuando se me quedaron los pulmones vacíos.

Chris me miró por última vez y me di cuenta de que no íbamos a hacerlo, al menos hoy. Le devolví la mirada y me disculpé en silencio. Él se levantó de la cama para recoger su camiseta negra y, cuando se agachó, vi como se le tensaron los músculos, que se marcaron profundamente. De nuevo, el corazón empezó a palpitarme con rapidez. Me olvidé de respirar.

Maldiciendo en voz baja, aparté la mirada y me centré en el picaporte que tenía delante. Me eché un último vistazo y comprobé que iba totalmente vestida. Luego, quité el pestillo de la puerta y la abrí lentamente.

—Hola —dijo la madre de Chris con una media sonrisa—. Creía que estabas durmiendo. Espero no molestarte.

Su voz sonaba dulce y amable. Sonreí como si no hubiera pasado nada en los últimos diez minutos.

—No, estaba en el baño. Por eso he tardado en abrir —mentí—. ¿Quieres pasar?

Levantó una ceja y me miró con sus profundos ojos azules mientras sonreía ampliamente. Todavía llevaba puesta su bata blanca de seda, atada a la cintura.

¿Quién mato a Christopher? ADAPTACIÓN Christopher Vélez Y TuМесто, где живут истории. Откройте их для себя