~Capitulo Dieciocho~

552 42 1
                                    

Capítulo 18

No puedo describir lo que mi cuerpo sintió en ese momento. No sabía si me había desmayado, si me había muerto, o si me había quedado completamente congelada o anonadada. O si, simplemente, mi cuerpo se había desmontado como un vidrio roto, dejando en cada trozo una emoción diferente.

Suponía que me había desmayado y después me había muerto, ya que había dejado de respirar. Se me había secado la boca y mi cerebro apenas era capaz de hacer funcionar mi sistema nervioso central. Lo único que me venía a la mente era que tenía que estar muerta, porque no sentía el aire fluir dentro de mí, no podía respirar y el oxígeno del exterior no entraba en contacto con mis pulmones. Pero, por otro lado, sabía que estaba viva. Escuchaba las voces en la habitación como murmullos lejanos. Mi estómago se

retorcía como si tuviera algún tipo de infección, haciéndome gritar por dentro de dolor. Sentía como si una losa aplastara mi pecho, causándome un dolor indescriptible que sacudía todo mi cuerpo. No podía moverme, no podía escuchar claramente lo que ellos estaban diciendo, era como si sus voces estuvieran distorsionadas, lejanas y apenas audibles.

Las palabras se repetían en mi cabeza.

Amnesia.

Verdad.

Ella mató a Chris.

Ella mató a Chris.

«(__), tú mataste a Christopher». Podía escuchar en el fondo de mi mente a mi conciencia gritándomelo una y otra vez. Mi corazón dio un vuelco y me estremecí.

—(__)... —susurró Chris mientras me sacudía con cuidado. Me agarró los brazos y me zarandeó sin hacer ruido, pero aun así seguía sin poder moverme. Mi cerebro se negaba a procesar o aceptar las últimas palabras que habían quedado grabadas en mi mente.

Sentí el impulso de apartar a Chris y alejarme de él tanto como fuera posible. No quería tocarlo y mucho menos mirarlo a los ojos. No tenía el valor de mirar aquellas canicas color miel que tanto me gustaban. Se me partiría el corazón en millones de pedazos al ver ese rostro pálido y confuso.

No podía hacerlo.

—(__) —volvió a llamarme—, escúchame... —susurró todavía más cerca de mi oreja.

Cuando comencé a volver a la realidad, el pánico se apoderó de mí.

No. No. No.

No podía ser cierto. Yo no era capaz de hacer algo así. Yo jamás mataría a una persona. No mataría a Chris, eso no tenía sentido. Eso estaba mal. Tenía que ser un sueño, o una especie de broma de mal gusto.

Yo no...

—Dime que es un sueño —logré decir, en su susurro. Mi voz sonaba entrecortada y aguda. Tenía un nudo en la garganta que no podía tragar, y me ardía—. Dime que estoy soñando, por favor —supliqué con voz temblorosa.

En ese momento crucial de mi vida no podía distinguir entre lo que era real y lo que no. No sabía si estaba despierta o dormida. Deseaba despertar y descubrir que todo había sido una pesadilla.

Al ver que Chris no me respondía, me pellizqué. El dolor fue insignificante en comparación con lo que estaba pasando. Me sorprendí al ver que seguía en el mismo lugar, debajo de la cama, con el olor a polvo inundando mi nariz y con una incertidumbre que me estaba matando lentamente. Miré mi mano y vi la marca roja del pellizco.

Me pellizqué otra vez, ahora más fuerte. Siempre que tenía una pesadilla solía hacer eso. Y sabía que era una pesadilla porque el tiempo funcionaba de forma distinta cuando estaba soñando. En un instante estaba corriendo y, al segundo siguiente, estaba escondida en un armario. De ese modo sabía que estaba soñando y que un pellizco lo resolvería todo. No obstante, no tenía pesadillas con frecuencia, ni siquiera tenía por costumbre soñar; mis sueños solían ser meros vacíos, sin imagen y sin sonido. La desesperación combinada con el pánico hizo que mi corazón se acelerara precipitadamente, como si estuviera corriendo un maratón en un desierto. Lo que me estaba pasando era real.

¿Quién mato a Christopher? ADAPTACIÓN Christopher Vélez Y TuWhere stories live. Discover now