~Capítulo Uno~

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CAPÍTULO 1
Cuando desperté, un dolor me consumió por completo. La habitación empezó a dar vueltas, así que pestañeé un par de veces. El mareo no tardo en llegar y el estómago se me revolvió. Lo veía todo distorsionado. Tenía una vaga sensación de estar en el lugar equivocado, sin ningún control sobre lo que sucedía. El techo comenzó a desplomarse sobre mi cuerpo flacido. Gemi de dolor.
Tenía un sabor amargo en la garganta. Me estabilice al cabo de unos segundos y, poco a poco, el espacio comenzó a tomar forma. Las sombras se tiñeron de color. Cuando el mareo cesó, comprobé que estaba en mi habitación. Una sabana blanca me cubría de los pies al cuello y, extrañamente, estaba húmeda. Supe de inmediato que algo no iba bien: tenía la frente mojada, los huesos me dolían y cualquier movimiento lo empeoraba todo. No tarde en darme cuenta que estaba empapada en sudor. Maldije en voz baja cuando el dolor se volvió más intenso.
¿(___)?- dijo alguien desde el rincón. La voz sonaba lejana.
Mi cabeza palpitaba mientras trataba de comprender que había sucedido. Lo último que mi cerebro alcanzaba a evocar era un vago re uerdo del instituto. Sin embargo, sólo eran momentos efímeros, piezas incompletas. Nada que pudiera ayudarme a resolver la incógnita.
-¿Que ha pasado?- pregunté al vacío. Mi voz sonó como si hubiera bebido alcohol. Era áspera, ronca.
- Un accidente- respondió a lo lejos la voz masculina- Nada grave. No hay de que preocuparse.
Me sobresale. Sentí pánico al escuchar a un hombre en mi habitación. No me sentía segura. Me incorporé rapidamente y me frote la cabeza con las manos. Apreté los ojos. Mi tortura física seguía en aumento.
-No te preocupes, el dolor se te pasará en minutos. Te he dado una pastilla que te aliviará - explicó - soy el doctor andres.
Saber que se trataba de un médico me ayudó a relajarme, pero no lo suficiente. Seguía mareada y con fuertes palpitaciones en la cabeza, por no mencionar la inquietud que me causaba no recordar que había pasado. Moví los labios e intenté hablar con coherencia
- ¿Que clase de accidente?
Pronunciar esas palabras fue un reto. Me dolían todos los músculos del rostro. Era como si me hubieran golpeado con un bate en la cara. Por supuesto, mi voz quebrada revelaba mi sufrimiento: si había tenido un accidente y un médico se encontraba en mi habitación, se trataba de algo preocupante.
-No es nada grave- insistió. Su tono era suave, tranquilizador. Incluso percibí una sonrisa amable. Guíe mi vista hacia el rincón de donde provenía la voz. El hombre tenía una dentadura totalmente blanca y sus labios eran delgados y viejos. Tan arrugados y gastados como el pantalón que llevaba puesto--.
-Fue en el instituto, mientras jugábamos fútbol. Te golpearon con una pelota en la cara y te desmayaste. Pero Como eh dicho, no hay nada de que preocuparse.
Dude. Yo no era precisamente una chica distraída. Era cuidadosa con lo que hacía y definitivamente no era tan despistada como para acabar en un campo de fútbol en pleno partido. Podía ser peligroso. Además, no se me daba bien dar patadas a un balón, se me daba mejor jugar baloncesto.
Examine al hombre unos segundos. Me sostuvo la mirada mientras sonreía. Vi que guardaba una jeringa vacía en el bolsillo de su bata arrugada. Era un hombre con el rostro surcado por cientos de líneas. Parecía que se dedicaba a un trabajo que lo apasionaba desde hacia mucho tiempo.
Cómo no pestañeo, decidí apartar la vista. Y entonces la habitación volvió a dar vueltas durante unos segundos.
-¿Donde esta mi madre?
Me presione de nuevo la cabeza con los dedos.
-Estoy aquí.- La voz sonó cerca. Tal vez procedía de la puerta, que estaba cerca de la cama. Oírla me tranquilizó. La busqué con la mirada rápidamente.
-Mamá - dije adormilada- ¿Que ha pasado?
-Ya te lo ha dicho el médico, un accidente en el institito- su voz era apaciguadora, formal, como la que utilizaba con los estudiantes. Se había acostumbrado tanto a hablar de esta manera que, a veces, se olvidaba de que yo era su hija además de una alumna- Afortunadamente todo está bien, es decir, tu estas bien. Y según el doctor andrés, el dolor de cabeza se te pasará pronto
- Eso significa que no hay excusa para librarme de ir a clases mañana ¿verdad?- Afortunadamente mi sentido de humor no me había abandonado. Lo había preguntado con la esperanza de que me dieran al menos un día de descanso. Ser la hija de la directora del instituto no era nada fácil. y si alguien creía que tenía privilegios, estaba muy equivocado. de hecho tenía más obligaciones.
Escuche su risa suave
-Exacto. Así que ponte al dia, he pedido a los profesores que te envíen por correo las actividades de ayer y de hoy
-¿Como?¿Pero cuánto tiempo llevo aquí?- Estaba confundida. Ahora entendia por que me dolia todo el cuerpo y por que tenia un cardenal en el brazo. Había tenido las vacaciones más largas de mi vida y ni siquiera las había disfrutado. No era justo
-Dos días- La voz del doctor Andrés resonó en la habitación. De Nuevo, todo dio vueltas- necesitabas descansar.
Intente recordar el accidente, pero fui incapaz. No había más que oscuridad. Los recuerdos no existían, se habían perdido en algún lugar de mi cerebro
-No recuerdo nada- Comenté. Tenía la voz ronca- ¿Por qué no lo recuerdo?
Me molestaba no saber qué había sucedido, que mi mente no pudiera darme una respuesta. Me sentía como el abuelo de abby, que olvidaba las cosas más simples, como, por ejemplo, que se había puesto las gafas en la cabeza o donde había estado el fin de semana. era abrumador. Simplemente necesitaba crear una imagen con lo poco que el doctor Andrés y mi madre me habían dicho, y resultaba muy frustrante.
-Lo harás en su debido momento, (___). Los recuerdos no mueren ni se ocultan para siempre-Respondió con seguridad. Tuve la sensación de que lo decía con una sonrisa. Tal vez me estaba poniendo un poco paranoica, pero es que me asustaba no recordar el accidente, y el martilleo constante en mi cabeza me atormentaba- Ahora necesitas descansar
-¿Todavía más?
No quería volver a dormir, ni tampoco estar en la cama. Quería levantarme y salir corriendo, hacer algo
-Lo que sea necesario- dijo mi madre, firme. -Tu madre tiene razón, necesitas descansar y recuperar fuerzas. Eres una chica sana. El dolor cesará pronto y los recuerdos volverán tarde o temprano. Solo están en shock.- La cálida voz del doctor llenó la habitación y, de algún modo, empecé a confiar en él. Mi madre parecía hacerlo.
Asentí ligeramente. Su sonrisa, tan serena y pura, me inspiraba seguridad. Era un hombre corpulento, la bata blanca se ajustaba a su cuerpo fornido de modo que un par de botones parecía apunto de salir disparados. Sus ojos se veían cansados; había manchas oscuras debajo de aquellas canicas grises que dejaban entrever su edad y experiencia. Tenía el cabello más canoso que había visto en mi vida. Cuando los rayos de sol se filtraban por la ventana y caían sobre el, creaban la sensación un cabello plateado brillante, como el de un anciano. Seguro que había estado en situaciones mucho peores y yo estaba quejandome por un simple dolor de cabeza.
-Muchas gracias doctor- dijo mi madre- se que tiene mucho trabajo y necesita volver al hospital. Venga conmigo y le prepararse un cheque por sus honorarios.
El doctor asintió y se dispuso a guardar sus utensilios de trabajo en un maletin negro.
-Espero que te recuperes pronto- dijo con franqueza. Luego se giro hacia mi madre-: Margaret, tienes mi número, ya sabes que, si pasa cualquier cosa, estoy disponible. Y si en algún momento no me localizas, alguno de mis colegas te ayudarán si lo deseas.
-Muchas gracias, de verdad- respondió mi madre con una sonrisa. Sus comisuras se elevaron rápidamente y los ojos le brillaron-. Estoy segura de que (___) no tardará en recuperarse. Comprare los medicamentos que ha recetado y esperaremos a que surtan efecto.
-Por supuesto- seguro, dispuesto a salir de la habitación. De notaba que tenía prisa. A pesar de su edad, mostraba la energía de un joven. Sus movimientos eran rápidos y enérgicos, no dudaba y su seguridad era palpable cuando hablaba o hacía algo-. Ha sido un placer conocerte (___). Y no te preocupes, todo irá bien.

¿Quién mato a Christopher? ADAPTACIÓN Christopher Vélez Y TuDove le storie prendono vita. Scoprilo ora