~Capítulo veintinueve~

533 36 5
                                    

CAPITULO 29 

—¿Esteban? —preguntó con voz temblorosa.

Mi madre tenía el ceño fruncido y su mirada expresaba pura confusión. Escudriñó a Esteban con un rápido movimiento y, luego, posó la vista en mí. Por un momento, creí que iba a desmayarse, pero, como siempre, demostró que me equivocaba: se mantuvo en pie, aunque las piernas comenzaban a fallarle.

—¿Podemos hablar?

Ella lo observaba de reojo. Estaba segura de que no dejaba de preguntarse mentalmente: «¿Está ocurriendo esto de verdad?». Inesperadamente, se quedó muda y, después, me observó con horror.

—Yo... —tartamudeó. Parecía totalmente confundida.

—Es lo menos que puedes hacer, (tu madre) —dijo él en un tono calmado, aunque sus ojos reflejaban todo lo contrario. Había hecho énfasis en su nombre, como si ambos supieran de lo que hablaban. Pero yo también estaba al corriente.

Esteban seguía frente al volante y se inclinaba sobre mí para asomarse por la ventanilla del asiento del copiloto. Esteban tenía un increíble e inigualable parecido a mí. Los rasgos eran idénticos...

—¿Qué le has dicho? —preguntó con frialdad mi madre. Parecía que se le fuera a quebrar la voz de un momento a otro. Su coleta cada vez estaba más despeinada. Se aclaró disimuladamente la garganta y se irguió. Entonces, volvió a ponerse furiosa.

—¿Decirme qué? —pregunté, fingiendo no saber de qué hablaba.

Mi madre se pasó una mano por el rostro y suspiró con frustración.

—Entra en casa —ordenó. Estaba tensa; parecía realmente aterrada.

—¿Por qué? —exigí saber con el ceño fruncido.

Todavía no me creía lo que estaba pasando. Hacía solo unos minutos había estado a punto de morir, y ahora estaba aquí, contemplando el reencuentro entre mi madre y mi padre. Al pensarlo, me sentí incómoda. Quizá debía darles cierta privacidad. No se habían visto desde hacía muchísimo tiempo. Era lógico pensar que quisieran estar a solas.

—Haz caso a tu madre —dijo con firmeza.

Entonces, elevó el pecho y se puso en guardia. Esteban la miraba fijamente desde dentro del vehículo.

Mi madre estaba cada vez más tensa e incómoda. Ni siquiera se había dignado a mirarlo a los ojos. Lo evitaba.

Me di media vuelta y me despedí de Esteban:

—Gracias por traerme. Adiós.

Él asintió. Parecía inquieto. Daba la sensación de que me agradecía que les diese cierta intimidad.

Supuse que Esteban estaba ansioso por hablar con mi madre. Su mirada azul lo delataba.

—Nos vemos pronto, (__). Que descanses —contestó.

Le ofrecí una media sonrisa y, con un movimiento de cabeza, le di las gracias nuevamente por haberme salvado la vida. Entonces, comencé a caminar hacia la puerta de casa, no sin antes echar un último vistazo al rostro espantado de mi madre. Estaba realmente impactada, como si estuviera teniendo una pesadilla; parecía no creer que todo aquello estuviera pasando de verdad. Pasé junto a ella y sentí la tensión que desprendía.

Cuando estuve lo bastante lejos, oí la voz de mi madre. Apenas era un susurro. Estaba enfadada.

—¿Qué haces aquí, Esteban? —preguntó, horrorizada.

No me giré, seguí adelante sin detenerme. Si estuviera en la misma situación, probablemente hubiese tenido un ataque de pánico. Después de tanto tiempo sin verse, necesitaban hablar. Entré en casa, con Chris detrás de mí, como siempre.

¿Quién mato a Christopher? ADAPTACIÓN Christopher Vélez Y TuМесто, где живут истории. Откройте их для себя